Mega hospitales, meganegocios

Pablo Izquierdo Pinos

Mientras en Europa terminaban de cerrar por inútiles enormes megahospitales, en Madrid –cena y selfie de por medio-, el expresidente del IESS, su familia y asesores íntimos firmaban con inversionistas españoles el negocio de la construcción y equipamiento de estos mastodontes sanitarios en Quito, Guayaquil, Machala y Manta. No les importó dilapidar la plata de los jubilados ni endeudar a futuras generaciones, pero daban por sentado que tenían que ser eso: megahospitales. Moles aberrantes e insostenibles.

Los megahospitales, las famosas ciudades sanitarias, las elefantiásicas torres hospitalarias se han revelado, por una ya muy dilatada experiencia, como entes sencillamente ingobernables. Hace treinta años eran la idea motriz en todo el mundo. Hoy, todos los sistemas sanitarios que medio funcionan huyen como de la peste de esta barbaridad del megahospital ingobernable e inhumano. No hay forma cabal de gestionar a dos mil médicos, cinco mil enfermeras, quinientos administrativos, tres mil guardias y mil quinientos técnicos de mantenimiento, así como unos cuantos de cientos más de profesionales de lavandería, cocina, etc. Todo un modelo de gestión que se ha confirmado como inútil, imposible de articular y de un costo estratosférico.

Pero las autoridades del IESS, rodeados de un falso halo de incorruptibles torquemadas, instalados en la ‘borrachera’ del gasto público y empecinados por el espejismo económico en el que vivía nuestro país, se salieron con la suya: amplios despachos de 40 metros cuadrados para mandos administrativos –con duchas, grifos con célula fotosensible e inodoros de 800 dólares-, azulejos de 200 dólares el metro cuadrado, elegantes juegos de luces y mucho lujo, son parte de la infraestructura sanitaria inacabada que muy pronto tendrá que ser redefinida ante la utopía de afrontarla en estos tiempos.

Los verdaderos expertos en gestión hospitalaria siempre recalcan que la inversión (gasto) inicial en la construcción de un megahospital es, al menos, lo mismo que costará mantenerlo cada año. En este caso, más de 220 millones de dólares cada uno. El tiempo nos dará la razón. Los entes de control, seguro encontrarán sorpresas.

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