Son innumerables las veces que se escucha decir: “una imagen vale más que mil palabras”. En los grandes debates, la fotografía ha representado desde sus inicios, en el siglo XIX, un reflejo fiel de la realidad. Sin embargo, con el pasar de los años y el desarrollo tecnológico, se han generado herramientas para modificar lo que se captura a través del lente. Esto es una gran ventaja en el mundo de la publicidad. No importan los defectos que pueda tener una modelo, existen programas como Photoshop’ para resolverlo. No sucede lo mismo en el fotoperiodismo, donde modificar lo que se documenta representa un dilema ético importante.
Steve McCurry, uno de los fotoperiodistas más famosos del mundo, fue cuestionado en estos días por alterar los elementos que componían sus fotos, con el objetivo de conseguir el equilibrio en la composición.
McCurry, quien tiene 66 años de edad, empezó tomando fotografías, a finales de los 70, para el diario The Daily Collegian de Pensilvania. Según el portal de El Clarín, uno de los hitos en su carrera como fotoperiodista fue la cobertura de la guerra soviética en Afganistán, donde se disfrazó con la vestimenta de los habitantes para pasar de-sapercibido. Este personaje no solo ganó múltiples reconocimientos por su audacia, sino que además sus trabajos fueron publicados en la revista National Geographic.
Es imposible olvidar el retrato de la ‘muchacha afgana’ (1984), con imponentes ojos verdes y pañuelo color ladrillo alrededor de su cabeza o los ‘pescadores con zanco’ en Sri Lanka. Fue el fotógrafo italiano Paolo Viglione quien denunció irregularidades en las fotografías de McCurry. Y a partir de esto aparecieron las fotos en “estado original” que pusieron al descubierto al fotorreportero. Y aunque él lo negó y culpó a su asistente, su capacidad para documentar lo que es real quedó en entredicho como todo aquello que es manipulable.