Los malos hábitos

Rosalía Arteaga Serrano

Todos hemos experimentado la necesidad de romper con hábitos o rutinas que suelen aparecer como negativas para nuestra vida. Pero hay hábitos que tienen que ver con el desempeño de los pueblos, de las naciones, y esos son de igual manera muy complicados de erradicar.

Son atinentes al funcionamiento de los engranajes del estado, a la disciplina que debemos tener los ciudadanos en el ejercicio de nuestras obligaciones, a la necesidad de evitar aquello que se ha dado en denominar como “procrastinación”, es decir, la costumbre de postergar las tareas que son necesarias y dejarlas para después.

En lo público relacionado al tema del medio ambiente, esos malos hábitos hacen que arrojemos basura a la calle, violemos las leyes de tránsito, no sigamos los consejos relativos al uso de plásticos, elijamos reiteradamente a autoridades que nos han demostrado hasta la saciedad su incapacidad para gobernar, sus prácticas corruptas, su despreocupación por las finanzas públicas.

En fin, los temas pueden ser muy variados y tendremos el riesgo de ir construyendo sociedades fallidas o de destruir lo que otros han construido.

Hay fuegos incontrolados desde la Amazonía hasta la estepa Siberiana. Estas quemas desembocan en catástrofes personales y ambientales, y deberían ser erradicadas, pero los agricultores se refieren a la tradición, a las costumbres y no hay una reflexión en las consecuencias de estos actos.

Si reflexionamos en nuestras acciones, también en las omisiones, podríamos pensar ya en un buen inicio de erradicación de malos hábitos, de costumbres que son perjudiciales, por lo que la invitación está dada para que todos pensemos en cuáles de nuestros hábitos pueden ser cambiados por unos más saludables para nosotros y para la comunidad a la que nos pertenecemos.

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