Félix Paladines P.
El 29 de agosto de 1533, es mencionado por el inmenso Benjamín Carrión como “uno de los días más negros de la patria”: ¿qué pasó ese trágico día? Tratemos de avivar nuestra memoria histórica:
Cuarenta años después del desembarco de Colón en tierras de América, “con una tropa que no llega a 300 hombres, unos pocos caballos y la resolución de vencer o morir, Francisco Pizarro ordenó el paso de Puná a Túmbez, o sea la entrada definitiva en el Perú, la iniciación de la conquista”. Esto coincidió con “las noticias precisas del triunfo, ya incontrastable, de los ejércitos quiteños de Atahuallpa sobre su hermano Huáscar”.
Pronto Atahuallpa cae en una cobarde celada y es apresado en Cajamarca. Benjamín Carrión describe el episodio del rescate fallido del Inca, así: “Ya preso, Atahuallpa ha comprendido que a estos extranjeros les gusta –más que las bellas y buenas cosas como la lana, las llamas, el maíz- el oro, el cori con que se hacen los vasos para la chicha de los Incas, los adornos para las pallas y las ñustas. En ello ve el Inca una posibilidad de salvación. Les habla del oro de sus aposentos, del de los templos, del de las casas de las Vírgenes del Sol. Atahuallpa goza al ver como se incendian de codicia los ojos de estos hombres y entonces, con toda naturalidad dice a Pizarro que, a cambio de su libertad, daría de oro una sala que tiene 22 pies de largo y 17 de ancho (7.50 m. por 5.50 m.), llena hasta una raya blanca que está a la mitad del altor de la sala…, y que de plata daría todo aquel bohío dos veces lleno, y que esto cumpliría dentro de dos meses”. Atahuallpa cumplió con la entrega del rescate, más, los españoles, faltando vilmente a la palabra empeñada, a nombre de Dios y el Rey, lo asesinaron de la manera más cobarde y afrentosa.
Francisco López de Gómara, en su Historia General de las Indias, se refiere a la repartición del oro y de la plata del rescate, así: “Francisco Pizarro hizo pesar el oro y la plata, y después de aquilatada, hallaron 52.000 marcos de plata y 1’626.500 pesos de oro, suma y riqueza nunca visto en uno. Correspondió al Rey, de su quinto, cerca de 400.000 pesos. A cada español de a caballo 8.900 pesos de oro y 370 marcos de plata; a cada peón 4.450 pesos de oro y 180 marcos de plata; a los capitanes 30.000 y 40.000. Francisco Pizarro tuvo más que ninguno, y como capitán general, cogió del montón el tablón de oro que Atabaliba llevaba en su litera –sobre el cual iba sentado-, que pesaba 25.000 castellanos. Nunca soldado alguno enriqueció tanto, tan pronto ni tan sin peligro”.
Algún cronista de estos primeros momentos de la conquista, dice: “ni en Jerusalén ni en Roma ni en Persia ni en ninguna parte del mundo… se ha juntado en un solo lugar tanta riqueza de oro, plata y pedrería”. Este miércoles, 29 de Agosto, se cumplirán 485 años de aquel cobarde y horrendo crimen. En la memoria histórica se afirman nuestras raíces. (O)