Lo extraordinario y cotidiano del tiempo libre

Ricardo Viera Navarrete

Cada vez que llegas tarde a casa y encuentras a tus hijas e hijos dormidos, cuando debes trabajar o estudiar el fin de semana, deseas que lleguen las vacaciones o el siguiente feriado.

Trabajas todo el año para ese preciado tiempo libre, ese destinado a compartirlo en familia. Y al fin llega y, te enfrenta a una confluencia importante: lo extraordinario y lo cotidiano. Para lo extraordinario, el mercado te ofrece diversas opciones, desde ir a centros comerciales en los que podrías pasar todo un día comprando, jugando y comiendo, hasta viajar en tours de promoción a lugares exóticos o de excursión; en cualquier caso, tendrás una nueva experiencia que fotografiar, publicitar (en Facebook) y recordar. De seguro habrá risas, asombro y cansancio, propiciados por estos estímulos externos; y luego volverás a casa.

Tu hogar, en cambio, te ofrece lo cotidiano, camas destendidas, una montaña de ropa sucia, platos por lavar, correteos, caídas, risas y llantos. En el primer escenario viviste el concepto de felicidad creado por la sociedad, en el que todos se encuentran listos, limpios y alegres, cuyas necesidades son cubiertas de forma inmediata por la firma de un voucher; en el segundo, vivirás tu propia vida, en ella existen responsabilidades y decisiones.

Existen muchas familias que dedican la mayor parte de tiempo libre a lo extraordinario, debido a que no les es posible estar juntos en su hogar, conversar y secretear, mirarse a los ojos y reír, abrazarse por largo tiempo, etc., por lo que, paradójicamente para estar juntos deberán estar afuera.

Nuestro hogar, que a veces parece poco interesante, es en donde se encuentran las mejores aventuras, plasmadas en una mancha roja en el techo, en una raya en el marco de la puerta, en unas viejas fotos en el refrigerador; si eres feliz con eso, eres feliz contigo, si no, vives la felicidad de alguien más; así que a lavar los platos juntos y mancharse la cara con espuma.