‘Llegó la Reina’

Mons. Alfredo Espinoza Mateus, sdb

“María está desde siempre presente en el corazón, en la devoción, y sobre todo, en el camino de fe del pueblo cristiano”. Estas palabras del Papa Francisco las he visto hecha vida en los cientos de miles de peregrinos que han llegado en estos días y que han caminado junto a la Virgen de El Cisne.

Solamente podremos entender la Peregrinación de la Churonita comprendiendo que Ella está presente en el corazón de sus devotos. Sienten y experimentan que Ella es una “Buena Madre”. Una Madre que escucha, que siente el dolor del que tiene una angustia, que ve las lágrimas del que sufre y la sonrisa de quien le dice gracias.

En el Santuario escuché el testimonio de los peregrinos. Hubo quien vino desde Holanda para agradecer la intercesión de la Virgen ante un cáncer. De igual manera otra persona agradecía el haber podido tener un hijo luego de muchos años. Y así, testimonio tras testimonio.

Caminan ancianos, jóvenes, adultos y niños. No faltan las madres que llevan en brazos a sus hijos mientras ellas hacen uno de los trayectos. A la llegada a Catamayo una mamá que venía desde San Pedro me pidió que bendiga a su hijo, el niño tenía quince días de nacido, quizás es el más pequeño de los “peregrinos”. Otros tenían un mes o unos pocos meses.

Esto supone una confianza total en María y a través de Ella, en Jesús. Es que, vuelvo a repetir, María es nuestra Madre, y un cristiano sin María vive en orfandad.

María, la Madre de Dios, ha compartido nuestra condición, ha debido caminar por los mismos caminos que recorremos nosotros, a veces difíciles y oscuros, ha debido avanzar en “la peregrinación de la fe”, como nos dice Francisco.

Y la fe es lo fundamental de estas Fiestas Marianas; allá los que siguen publicando insultos, falsedades y ataques contra la devoción mariana de la Virgen de El Cisne.

Ella entró como Reina a la ciudad de Loja, una Reina del amor y de la paz. Bajo su manto nos ponemos todos. Vayamos a verla, oremos ante Ella, abramos nuestro corazón de hijos ante su corazón de Madre. (O)