Las formas de la violencia

Rosalìa Arteaga Serrano

Hay espacios para la reflexión que son indispensables, como la reciente celebración del Día de la No Violencia contra la Mujer, fecha que sirve para analizar lo que ocurre en diversas latitudes, pero sobre todo en el Ecuador.

Hay un decir popular que manifiesta que “el lugar más peligroso para la mujer es su propia casa”. Podría pensarse que es una exageración, pero lo único que hace es poner de relieve una situación, una realidad que yace escondida en miles y miles de hogares en los que acecha, como una espada suspendida en el aire, la violencia contra la mujer y que adopta las variantes físicas, psicológicas y sexuales.

La sociedad que no reflexiona sobre sus flaquezas, suele volverse tolerante frente a los abusos. En este caso contra no pocas mujeres que ven coartadas sus libertades fundamentales, hasta tomar la decisión sobre la educación de sus hijos. Igualmente son minimizadas sus capacidades con decires despectivos, además de forzarlas en el ámbito sexual.

Si el embarazo adolescente es una realidad dolorosa, lo es también el alto índice de feminicidios que se cometen en el territorio nacional, así como también la dificultad de las mujeres para conseguir puestos de trabajo acordes a su capacidad y a los cursos realizados por ellas.

La violencia contra la mujer se camufla en las actitudes prepotentes dentro de la familia y en toda la vida social, así como por la poca capacidad de diálogo que tienen los que se sienten poseedores de la verdad.

Por todo lo dicho es que vale la pena que existan días como de la No Violencia contra la Mujer, en que esta temática sea abordada con franqueza y transparencia y para que las rectificaciones se consoliden para bien de las víctimas y de la sociedad.

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