La Patria con Guayaquil

Este año el país celebra el Bicentenario de la gesta libertaria del 9 de Octubre que, con el generoso aporte del pueblo guayaquileño, hizo posible la Independencia y fue pieza fundamental de la compleja empresa político estratégica, visualizada y conducida por el genio de Bolívar para poner fin, en Ayacucho, al yugo colonial.

Lastimosamente en este momento, la ‘perla del pacífico’ sufre con mayor rigor que el resto del país, el brutal ataque de un enemigo implacable que atribula a la totalidad de la especie humana.

Este ha sido, lastimosamente, su destino: enfrentar reiteradamente riesgos catastróficos que, por mucho que le han causado daño, jamás la han logrado someter. Convertida, a partir del siglo XVII, en principal puerto para el comercio de la región, principal astillero de Pacífico sur, donde se producían dos tercios de los navíos construidos en el Virreinato del Perú, fue reiteradamente atacada, en algunos casos incendiada y parcialmente destruida por corsarios y piratas.

Por su trascendencia geoestratégica, estuvo ocupada en dos ocasiones por tropas extranjeras: en 1829, con afanes de conquista y, en 1860, como prenda territorial, para obligar al gobierno a reconocer la Cédula Real de 1802, renunciando a sus derechos amazónicos. Ha sido también asolada por grandes flagelos, como el denominado ‘Incendio Grande’, que arrasó 1.200 viviendas y dejó a 25 mil personas sin hogar, en 1896; y el incendio de ‘El Carmen’ que consumió 26 manzanas y afectó a 15 mil vecinos, en 1902. Soportó devastadoras pestes y epidemias, como la fiebre amarilla en 1740 y, la peor, en 1842 que ocasionó 2.454 muertos, en la que se destacó el extraordinario liderazgo de Vicente Rocafuerte. Ninguna desdicha la logró avasallar.

El pueblo ecuatoriano está solidario con Guayaquil, como lo está con las víctimas de cada rincón del país; con el convencimiento de que Ecuador y su Puerto insignia, convertirán esta crisis en una oportunidad.

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