La cultura

Rodrigo Santillán Peralbo

Hace 75 años, el maestro Benjamín Carrión, en su inmenso quehacer cultural, obtuvo de Velasco Ibarra el decreto que creó la Casa de la Cultura Ecuatoriana porque sabía, con absoluta claridad, que el Ecuador podría convertirse en una potencia cultural.

A pesar de todos los esfuerzos no ha sido así. La inmensa mayoría del pueblo, en descomunal rutina de pobreza, con derechos sin derechos, vive, se reproduce y muere, apenas haciendo uso de la cultura que, parafraseando a Spencer, es todo cuanto ha creado el ser humano a lo largo de la historia para satisfacer sus necesidades materiales, espirituales y económicas que, gracias al sistema socio-político-económico, es una gran farsa de nuestra historia repleta de desigualdades e injusticias.

Los contenidos de la cultura son inmanentes a las colectividades. CI. Kluckhon y William H. Kelly dicen: “Una cultura es…un sistema para la vida derivado históricamente de representaciones rectoras explícitas o implícitas que casi siempre es compartida por todos…” . Y eso ha tratado de hacer la Casa de la Cultura Ecuatoriana: compartir el hecho cultural.

La Casa trató de llegar a los sectores populares. En la Presidencia del célebre pintor Oswaldo Guayasamín que recién cumplió 100 años de su natalicio, se organizaron los recordados “Domingos del pueblo”, con la participación del poeta José Félix Silva. Teatro, danza, música, plástica, dijeron presente en calles y plazas de la República. El maestro Edmundo Rivadeneira ya como Rector de la Universidad Central o como Presidente de la Casa de la Cultura, siempre estuvo junto al pueblo.

Camilo Restrepo, actual Presidente de la Casa es un gran poeta y en medio de adversidades politiqueras y económicas trata de cumplir con extensos y variados programas que enaltezcan a la cultura.

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