La ciudad

Freddy Rodríguez García

La ciudad, ese espacio en donde habitamos día a día, ese entorno en donde desarrollamos nuestra actividades, ese lugar en donde están nuestros amigos, nuestra familia, nuestros recuerdos, nuestras querencias, ese lugar que anhelamos verlo siempre hermoso, siempre limpio, siempre amable, ya no es tal. Vivimos en una ciudad en donde el ruido nos agobia, en donde la gente piensa que el amo y señor de la urbe es el vehículo, en donde, al contrario de lo que pasa en ciudades con gente respetuosa, el peatón debe detenerse para dar paso al impaciente y violento conductor del vehículo, cuya prisa le impide entender que en la orilla de la vereda está un ser humano, quizá un niño, quizá un anciano, quizá una mujer embarazada, que lo único que desean es un instante fugaz para cruzar a la otra calzada: ¡pero no!, el vehículo debe pasar primero.

Vivimos en una ciudad en donde, con demasiada frecuencia, los parques, que deberían ser los espacios adecuados para respirar aire puro, para encontrase con el amigo de antaño y sentarse en la banca a dialogar, se llenan de grupos ruidosos, que promocionan cualquier disparate; convivimos también con el ruido incesante y grotesco de payasos con chistes de mal gusto que, acompañados de una música igualmente de mal gusto y estridente, celebran el aniversario del establecimiento comercial, o anuncian promociones de los artículos que distribuyen.

Salir a caminar, especialmente los fines de semana, produce un sentimiento de agobio y tristeza: a la vera de la calzada botellas de licor vacías y muchas veces rotas, fundas de plástico de algún comestible, papeles sucios, y también excrementos de mascotas.

¿Será acaso tan difícil emprender en una campaña de limpieza, de respeto y de armonía?. ¿Qué tan difícil será educar al ciudadano para que no arroje los desperdicios en las calles, y para que, cuando pasee a su mascota, vaya con una funda para almacenar los excrementos y no dejarlos impunemente en las veredas?. Son loables los esfuerzos para embellecer la ciudad con flores y plantas pero, si la ciudad sigue sucia y mal oliente, el trabajo estará incompleto.(Escrito originalmente hace un año, y nada ha cambiado).