‘Joker’

Santiago Armijos Valdivieso

Al igual que muchos de los lectores quedé impactado con la película ‘Joker’, interpretada magistralmente por Joaquín Phoenix, a quien por adelantado deberían otorgarle el Oscar.

Digo que este perturbador y extraordinario largometraje me impactó porque su argumento, que se resume en el vandálico enfrentamiento a las inequidades y abusos de una sociedad mal hecha y frívola, coincide lamentablemente con lo sucedido en Ecuador, España, Chile y Bolivia, en que muchos de sus integrantes han expresado reclamos sociales, algunos incluso muy justos, pero lastimosamente opacados por la ira, el saqueo y la destrucción.

Es una verdad de perogrullo que los errores de los gobernantes son enormes y que no existe en el planeta un sistema democrático perfecto, pero no podemos desconocer que las democracias modernas nos han traído grandes beneficios colectivos como la libertad de expresión en la que se incluyen las protestas sociales, la democratización de la cultura, la salud pública, la prensa libre, el voto popular, los derechos laborales, el transporte colectivo, etc.; y, para mejorarlas, perfeccionarlas y aumentarlas no es el camino destruir el Metro de Santiago; destrozar el edificio de la Contraloría y el centro histórico en Quito; o incendiar automóviles y mobiliario urbano en Barcelona.

Ventajosamente, para encontrar soluciones a los problemas sociales, frente a las acciones iracundas producidas, existen alternativas como la manifestación pacífica, las acciones constitucionales, legales y electorales y por supuesto el diálogo con la participación de todos los actores de la sociedad.

Ojalá que estos terribles acontecimientos se queden en las pesadillas de ciudad Gótica del ‘Joker’ y que los pueblos y gobernantes logren construir, a través de acuerdos democráticos, sociedades más justas, más solidarias y menos violentas. (O)

[email protected]

Santiago Armijos Valdivieso

Al igual que muchos de los lectores quedé impactado con la película ‘Joker’, interpretada magistralmente por Joaquín Phoenix, a quien por adelantado deberían otorgarle el Oscar.

Digo que este perturbador y extraordinario largometraje me impactó porque su argumento, que se resume en el vandálico enfrentamiento a las inequidades y abusos de una sociedad mal hecha y frívola, coincide lamentablemente con lo sucedido en Ecuador, España, Chile y Bolivia, en que muchos de sus integrantes han expresado reclamos sociales, algunos incluso muy justos, pero lastimosamente opacados por la ira, el saqueo y la destrucción.

Es una verdad de perogrullo que los errores de los gobernantes son enormes y que no existe en el planeta un sistema democrático perfecto, pero no podemos desconocer que las democracias modernas nos han traído grandes beneficios colectivos como la libertad de expresión en la que se incluyen las protestas sociales, la democratización de la cultura, la salud pública, la prensa libre, el voto popular, los derechos laborales, el transporte colectivo, etc.; y, para mejorarlas, perfeccionarlas y aumentarlas no es el camino destruir el Metro de Santiago; destrozar el edificio de la Contraloría y el centro histórico en Quito; o incendiar automóviles y mobiliario urbano en Barcelona.

Ventajosamente, para encontrar soluciones a los problemas sociales, frente a las acciones iracundas producidas, existen alternativas como la manifestación pacífica, las acciones constitucionales, legales y electorales y por supuesto el diálogo con la participación de todos los actores de la sociedad.

Ojalá que estos terribles acontecimientos se queden en las pesadillas de ciudad Gótica del ‘Joker’ y que los pueblos y gobernantes logren construir, a través de acuerdos democráticos, sociedades más justas, más solidarias y menos violentas. (O)

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Santiago Armijos Valdivieso

Al igual que muchos de los lectores quedé impactado con la película ‘Joker’, interpretada magistralmente por Joaquín Phoenix, a quien por adelantado deberían otorgarle el Oscar.

Digo que este perturbador y extraordinario largometraje me impactó porque su argumento, que se resume en el vandálico enfrentamiento a las inequidades y abusos de una sociedad mal hecha y frívola, coincide lamentablemente con lo sucedido en Ecuador, España, Chile y Bolivia, en que muchos de sus integrantes han expresado reclamos sociales, algunos incluso muy justos, pero lastimosamente opacados por la ira, el saqueo y la destrucción.

Es una verdad de perogrullo que los errores de los gobernantes son enormes y que no existe en el planeta un sistema democrático perfecto, pero no podemos desconocer que las democracias modernas nos han traído grandes beneficios colectivos como la libertad de expresión en la que se incluyen las protestas sociales, la democratización de la cultura, la salud pública, la prensa libre, el voto popular, los derechos laborales, el transporte colectivo, etc.; y, para mejorarlas, perfeccionarlas y aumentarlas no es el camino destruir el Metro de Santiago; destrozar el edificio de la Contraloría y el centro histórico en Quito; o incendiar automóviles y mobiliario urbano en Barcelona.

Ventajosamente, para encontrar soluciones a los problemas sociales, frente a las acciones iracundas producidas, existen alternativas como la manifestación pacífica, las acciones constitucionales, legales y electorales y por supuesto el diálogo con la participación de todos los actores de la sociedad.

Ojalá que estos terribles acontecimientos se queden en las pesadillas de ciudad Gótica del ‘Joker’ y que los pueblos y gobernantes logren construir, a través de acuerdos democráticos, sociedades más justas, más solidarias y menos violentas. (O)

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Santiago Armijos Valdivieso

Al igual que muchos de los lectores quedé impactado con la película ‘Joker’, interpretada magistralmente por Joaquín Phoenix, a quien por adelantado deberían otorgarle el Oscar.

Digo que este perturbador y extraordinario largometraje me impactó porque su argumento, que se resume en el vandálico enfrentamiento a las inequidades y abusos de una sociedad mal hecha y frívola, coincide lamentablemente con lo sucedido en Ecuador, España, Chile y Bolivia, en que muchos de sus integrantes han expresado reclamos sociales, algunos incluso muy justos, pero lastimosamente opacados por la ira, el saqueo y la destrucción.

Es una verdad de perogrullo que los errores de los gobernantes son enormes y que no existe en el planeta un sistema democrático perfecto, pero no podemos desconocer que las democracias modernas nos han traído grandes beneficios colectivos como la libertad de expresión en la que se incluyen las protestas sociales, la democratización de la cultura, la salud pública, la prensa libre, el voto popular, los derechos laborales, el transporte colectivo, etc.; y, para mejorarlas, perfeccionarlas y aumentarlas no es el camino destruir el Metro de Santiago; destrozar el edificio de la Contraloría y el centro histórico en Quito; o incendiar automóviles y mobiliario urbano en Barcelona.

Ventajosamente, para encontrar soluciones a los problemas sociales, frente a las acciones iracundas producidas, existen alternativas como la manifestación pacífica, las acciones constitucionales, legales y electorales y por supuesto el diálogo con la participación de todos los actores de la sociedad.

Ojalá que estos terribles acontecimientos se queden en las pesadillas de ciudad Gótica del ‘Joker’ y que los pueblos y gobernantes logren construir, a través de acuerdos democráticos, sociedades más justas, más solidarias y menos violentas. (O)

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