Inseguridad

Rodrigo Santillàn Peralbo

La inseguridad brotó con la fuerza de la fiera agazapada en espera de su presa. Ha destruido la precaria paz de este país que no encuentra su camino de progreso, bienestar e igualdad económica, social y cultural. Pobreza-miseria son constantes en la zona fronteriza siempre preterida, como si los gobiernos hubiesen olvidado que las personas que viven allá necesitan agua potable, alcantarillado, electricidad, escuelas, colegios, centros de salud, fuentes de trabajo.

“Toda una vida” de carencias y necesidades insatisfechas posibilitan el reino del terror, del crimen organizado, del narcoterrorismo, del narcotráfico que cobran víctimas inocentes como los periodistas, la pareja de jóvenes, los cuatro marinos y otros que ni siquiera se saben sus nombres.

La violencia atrapa a muchos, la inseguridad golpea, la muerte acecha, el miedo desplaza a los buenos que se ven obligados a migrar a sitios que consideran más seguros. Del descalabro que se sufre se buscan culpables que deben ser sancionados, pero más importante es enfrentar la situación actual y vencer a los violentos quienes sean y donde sea que se encuentren. Basta de improvisaciones.

Es indispensable diseñar y ejecutar políticas antinarcóticos y dictar leyes que impidan la impunidad. Es tiempo de sanear la justicia y castigar la corrupción en fiscales, jueces, militares, policías y funcionarios estatales y del sector privado proclive a lavar dinero. Si no se actúa ahora con toda energía, el país puede caer en las criminales e inhumanas garras del narcotráfico comandado por 23 carteles que ya están aquí, según sostienen especialistas.

Ecuador necesita apoyo internacional para combatir al narcotráfico que afecta a todos los países, pero esa ayuda no puede ser pretexto para que se pierda ni un ápice de soberanía.

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