¿Habrá que cambiar al Estado?

La crisis económica la vivimos en medio de otras que emulan con ella en gravedad. No es posible solucionar la del sistema judicial gestionando un préstamo o emitiendo bonos. Lo mismo sucede con la Función Legislativa, el aparato electoral, la educación, los servicios de salud pública y la seguridad ciudadana. El desorden estatal heredado es el primer actor del desastre.

Un desastre que, si no es completo o en superación, sigue como una “espada de Damocles” sobre las cabezas de todos. Cualquier cosa que se nos dejó en herencia se devela como ineficaz en el mejor de los casos, o corrupta material y moralmente. El gran problema es el Estado que constitucionalmente hemos forjado; un Estado al que se le califica, con abundantes pruebas, como ineficaz.
Chevron es la guinda del pastel. En lo interno, casos de corrupción donde no están en el banquillo de los acusados, o en la cárcel, los principales cabecillas. Otra evidencia es el politizado manejo de las Fuerzas Armadas como institución y en el capítulo de adquisiciones, “para garantizar el respeto a la soberanía y la seguridad nacionales”, con aún oscuros y bochornosos capítulos.

Se maneja al Estado a golpes de timón: primero a la izquierda, luego al centro y ahora a la derecha. ¿Pragmatismo? Tal vez, pero su liderazgo necesita insuflarse de carisma, autoridad política, energía y menos búsqueda a tientas de coyunturas para tomar medidas drásticas pero necesarias. ¿Habrá llegado ya la hora de transformar el Estado a fondo? No lo podemos afirmar y quizás no sea prudente hacerlo.


Mantener vivo tu amor y salir adelante, no importa lo que pase. Rehacerse y seguir”. Stephen King Escritor estadounidense (1947)

Abrir las puertas de par en par a la alegría cada vez que se presente, pues nunca viene a destiempo”. Arthur Schopenhauer Filósofo alemán (1788-1860)