Amable Ayora Fernández
Una de las prácticas “frecuentes” que se ha constatado en la vida familiar ha sido el castigo en los niños, cuyas implicaciones negativas inciden en su desarrollo, su personalidad y el logro de sus aprendizajes. Si bien, es importante destacar que, frente a esta temática la investigación avanza de forma ascendente innovando métodos y técnicas para un mejor bienestar y calidad de vida de los niños y niñas que por diversas causas han sido objeto de maltrato en sus diversas formas. El nuevo diccionario pedagógico, (2008), nos explica el castigo negativo, como un proceso por el cual se suprime un estímulo placentero, relacionado con una conducta con el fin de que ésta disminuya su frecuencia. Autores como Cuthrle, (1886-1959), dice que, el castigo es efectivo en cuanto produce una nueva respuesta ante los mismos estímulos. Desde la psicología infantil se recomienda que se crie a los niños sobre la auto-regulación, la disciplina, el buen trato, etc. por lo que la crianza disciplinada, es un patrón de crianza, en donde los padres establecen límites y aplican normas; escuchan las demandas de sus hijos y sus preguntas, conversan sobre sus sentimientos, etc.
En esta dirección los padres de familia deben actuar como guías, y como mentores, y no como padres autoritarios. Una de las técnicas disciplinarias, es conocida con el nombre de tiempo muerto, en donde el adulto exige al niño que se siente silenciosamente apartado de los otros, por algunos minutos. Otra técnica frecuente es el retiro del cariño, aquí el padre expresa desilusión o mira severamente al niño, etc. Consecuentemente los niños entre los 3 y 6 años van aprendiendo a reflexionar sobre sus acciones, el control de sus emociones, y adecuar su vida frente a las expectativas de un mundo cada vez más cambiante y en constante desarrollo. (O)