Flagelada transición presidencial

Mayra Aguirre Robayo

La filosófa judía Hanna Arendt mira a los medios de comunicación como parte de una “concepción modesta de la democracia”. La prensa masiva con todos los bemoles desde su inicio en el intercambio informativo en la taberna y el mercado brinda masajes emocionales e ilustradores.

El juicio político a la Vicepresidenta María Alejandra Vicuña de la Asamblea Nacional por imponer “diezmos”. Y la indagación previa de la Fiscalía por la declaración juramentada del exasesor Ángel Polivio Sagbay, quien había entregado más de 20 mil dólares a Vicuña como asambleísta de AP, para mantener su cargo.

Los dineros fueron depositados en su cuenta bancaria para el movimiento político Alianza Bolivariana Alfarista, aunque no está reconocido por el CNE. Ya existe una denuncia de nepotismo contra la segunda mandataria por parte de Andrés Páez (Creo).

Orlando Pérez reporta a favor del exrégimen (Telesur).Pero, las evidencias de la corrupción galopante del exgobierno son lacerantes. Revuelos que lanzan por los aires al actual Gobierno incapaz de convertirse en un motor de transición democrática profunda.

La perforación petrolera en la zona de amortiguamiento de Ishpingo (parte sur del Bloque 43 del Yasuní) afecta la Consulta Popular que demanda ampliar la zona intangible de la biodiversidad cercana a los grupos no contactados de la Amazonía. La presión del presupuesto fiscal por rubros del pago de décimos de fin de año, la deuda pública.

La movilización universitaria obligó al Gobierno a no disminuir su presupuesto, los indígenas se declaran protectores natos de las fuentes de agua y combaten la explotación de minería metálica. Los diálogos con el Presidente Moreno no han fortalecido la gobernabilidad.

Si el actual régimen no asume la baja del IVA al 10 por ciento, no afecta a los 38 mil altos funcionarios sus altas remuneraciones y no efectiviza vía acuerdos internacionales para recuperar los 70 mil millones de dólares de la corrupción del anterior gobierno (según el Banco Mundial) y no propone salidas del desarrollo de producción. El país está color hormiga.

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