Fanny Torres

POR: Luis Fernando Revelo

Decía el célebre Jorge Manrique en las coplas por la muerte de su padre: “Recuerde el alma dormida, /avive el seso y despierte contemplando /cómo se pasa la vida, /cómo se viene la muerte tan callando…”. Y tan callando se acercó la inexorable parca para cortar el hilo de su valiosa existencia. En esta escuela de la vida hay que aprender a morir con Cristo con la gozosa esperanza de la resurrección.

Con esta firme convicción que consuela el espíritu, quisiera decir unas pocas palabras sobre Fanny Torres Salazar, la vocacionada maestra, la amiga entrañable, la compañera de las grandes luchas cívicas; esposa y madre firme, cariñosa y tierna, al mismo tiempo; la hermana cursillista comprometida, atenta siempre a las urgencias del apostolado.

El afamado Simón Bolívar solía decir que la gloria del ser humano está en ser útil. Y Fannycita fue ante todo una maestra útil. Su vasta formación la recibió en las legendarias aulas del recordado Colegio 24 de Mayo de la ciudad de Quito y en las gloriosas aulas de la Universidad Central del Ecuador. El recordado Colegio Rubén Silva de San Pablo de Lago y el glorioso Colegio Victor Manuel Guzmán, dan testimonio de la maestra a carta cabal, de la autodidacta con espíritu burilado con el duro acero del esfuerzo. 10 años en el primero y 32 años en el segundo, son el testimonio de su fecundo periplo de docencia. Cuánta falta le hace a la Patria su luminosa estrella. Ayer también se apagaron Lourdes Posso, Inés Mantilla, Laurinés Dávila, el preciado cuadrilátero radical, inclaudicable, de elevados quilates que tuvo el “Víctor Manuel Guzmán”.

Se han ido para siempre y su ausencia nos sume en la soledad y en la tristeza.

Nos inclinamos reverentes ante su tumba recién abierta y depositamos en ella las siemprevivas del recuerdo.