Esto no nos merecemos

XAVIER MORÁN FERNÁNDEZ

En estos pasajes de la vida podemos afirmar con certeza que nuestra sociedad avanza agonizante entre un sendero de insuficiencia analítica, mediocridad, insensatez, una galopante corrupción que está enraizada en todos los estratos sociales y es tan común o apetecible por la mayoría y sobre todo estamos a la merced de mercaderes de la política que se ufanan por hacer relucir su “lado solidario, humano y dadivoso” cuando estamos a las puertas de una lid electoral, a sabiendas de que existe un pueblo que vive esclavo de su propia ignorancia, falta de cultura y vocación de construir un futuro mejor en medio de este caos que nos asfixia.

Los índices de inseguridad van sobrepasando los niveles de percepción incluso de lo que los peores agoreros predecían, la falta de madurez, de inteligencia y visión de parte de las autoridades de este gobierno ha coadyuvado a que este tipo de problemáticas sociales vaya en aumento, la ineficiencia y falta de voluntad para gobernar en beneficio de la sociedad, hoy nos están pasando fuertes facturas que lamentablemente las pagarán también nuestras generaciones futuras, mientras tanto nos seguiremos conformando en ver un Presidente sin lineamientos.

Nos preguntamos si existen autoridades, la respuesta de la mayoría es que ninguno carece de solidez moral ni ética para representarnos, mucho menos los de antes, que hicieron y deshicieron de nuestro porvenir; tenemos unos personajes que fueron electos muchos entre gallos y medianoche, pero que están cubiertos del ropaje de la picardía, la viveza criolla, de la ignorancia y estupidez que ningún otro actor político en nuestra vida republicana las había portado así tan representativamente; si como ciudadanos seguimos contribuyendo a elegir a este tipo de payasos políticos, no pidamos que haya equidad, igualdad y justicia.

Debemos aprender a dejar de ver para los lados oscuros de sociedades que tienen algo en común con la nuestra y fijarnos bien en lo que estamos haciendo con nuestro futuro, no solo está en rasgarnos las vestiduras, sino en saber poner un alto a esta agonía colectiva.