Ese silencio cómplice

Sentencias firmes, bien fundamentadas en Derecho, la recuperación de lo robado y reparación a las víctimas es lo que haría cambiar sustancialmente la percepción que se tiene de la corrupción en Ecuador. También ayudaría a sanear nuestra convivencia social hoy por hoy en alarmantes niveles de deterioro, a la vista de los índices delincuenciales en ascenso, los deplorables casos de violencia intrafamiliar, el femicidio y el abuso sexual en los centros de enseñanza.

No avanzaremos mientras en casos como el de Odebrecht, la red de corrupción permanezca intocada, con personajes de primera, segunda y tercera filas aún en las sombras, y se haya limitado a un par de “chivos expiatorios”. En esa dirección apuntan las declaraciones de su exvicepresidente, Luis Mameri, de las cuales se enteró la Fiscalía por la prensa, pese a existir acuerdos con su homóloga brasileña desde años atrás.

Los altos costos que tiene la corrupción en la economía son inocultables por lo abultados y dolorosos. Calcularlo, incluso a grandes rasgos, es tarea imposible. No basta pensar solo en el dinero público desviado, sino también en los sobornos y extorsiones, en que se pierden negocios, construcciones o comercios y la inversión extranjera que fue ahuyentada.

La crisis que vivimos está conectada como por un sólido “cordón umbilical” con la corrupción. Una crisis con un componente moral profundo, diríase que sin fondo, del que tienen una enorme responsabilidad toda la clase política, bien por haber contribuido a ella o bien por su silencio cómplice y su decisión hipócrita de mirar hacia otro lado. De ese silencio cómplice nace la naturaleza antidemocrática de la corrupción.


A cualquier mujer le gustaría ser fiel. Lo difícil es hallar el hombre a quien serle fiel”. Marlene Dietrich Actriz y cantante alemana (1901-1992)El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”. Simone de Beauvoir Novelista francesa (1908-1986)