Elecciones, redes y medios

En el mundo de la imagen con maquillaje y “fotoshopeo” incluidos, la disputa política se juega en dos espacios diferenciados: las redes sociales, en donde todo es posible debido a la magia de las aplicaciones informáticas y el espectro de los medios tradicionales que cuentan con agendas y formatos editoriales definidos. En Facebook, Instagram y Tik Tok se puede convertir a un candidato con problemas para comunicarse en alguien elocuente, al apático en una persona interesante y hacer de los milagros algo posible y de consumo masivo. En las redes hay de todo para feligreses de cualquier catecismo, mientras que, en la televisión y la radio, los códigos siguen siendo los mismos, pues no han podido ir a la misma velocidad, informalidad, inmediatez y reinvención de los primeros.

Entonces, la disputa de los votos se juega en los dos espacios y ninguno tiene la misma lógica. Por esta distinción, la estrategia en las redes no puede ser la misma para los medios tradicionales, aunque muchos canales, radios y diarios tengan su espacio digital en los que reproducen la información. Y aunque, las redes puedan hacer magia, eso no significa que todos los candidatos se lleven bien con las distintas aplicaciones, pues depende de la contundencia del mensaje, la versatilidad, la capacidad histriónica y la conexión con los distintos públicos. Eso explica, porque a unos candidatos les fue pésimo con el Tik Tok y a otros les convirtió en “pop stars”. El éxito o fracaso en las redes de los candidatos no descalifica sus cualidades en otras esferas y contextos.

En las redes no hay un filtro ni contención ante la avalancha de noticias falsas, mal intencionadas y difamatorias y, aunque muchas de ellas, sean inverosímiles, sin embargo, llenan el espacio del chisme y el entretenimiento. Muchísimo menos de esto, encontramos en los medios tradicionales, sin que ello signifique que estén exentos de alguna lectura precitada de los hechos. En estos espacios se disputa la segunda vuelta y parece que los dos finalistas se llevan mal con las aplicaciones digitales que cautivan a millones de personas, sobre todo en las redes.