El trago amargo

Se burlaban cuando hacían tomar un ‘trago amargo’ a sus adversarios. Lo hacían a través de los medios de comunicación a su servicio. Con dinero ajeno, nunca de sus bolsillos, traían a ‘simpatizantes’ y así armaban coros de simpatizantes que todo lo aplaudían, incluso hasta las representaciones de actores, bien pagados, desde luego, que añadían la burla y el escarnio a los agredidos.

La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos de apoyar una causa que creemos que es justa”. Abraham Lincoln Político estadounidense (1808-1865)

Hoy es diferente, no hay espectáculo, tal vez sea porque los recursos deben salir del propio bolsillo de sus ‘entusiastas’ coidearios y en manos de la justicia están supuestos y abultados delitos de corrupción. Ante el ‘trago amargo’ tratan de pasar por víctimas. Apelan, incluso, a bajezas como que se trata de una persecución orquestada contra los líderes de su tipo que tuvo o tiene Latinoamérica.

Le tienen miedo a la Ley y ese miedo los persigue a los de dentro y a los de fuera del país. ¿Por qué, por ejemplo, estando en Bogotá, no vino a declarar a favor de su parigual en el partido? Es el miedo, ese trago amargo que ahora les toca enfrentar, tragar y llevar consigo durante el resto de sus vidas. Un trago amargo instalado en la conciencia.

El que no quiera vivir sino entre justos, viva en el desierto”. Séneca Filósofo latino (2 AC-65)

Para justificar tantos casos de corrupción y de violación de la Constitución y las leyes apelan, además de la oscura y tenebrosa conspiración, al argumento del regionalismo. Los conocedores de la historia nacional saben del daño que el regionalismo ha hecho al país. Los esfuerzos fallidos por sacar adelante a Ecuador han tenido en su centro la división y el odio entre hermanos. Enarbolar esa bandera a estas alturas es una infamia.