Pablo Escandón Montenegro
Quito celebró sus 40 años de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Un merecido festejo por toda la historia de haber llegado a ser catalogados por la Unesco como la primera reserva histórica del mundo. El trabajo de preservar y difundir la riqueza cultural es de nosotros como ciudadanos, que debemos ser los guardianes de este patrimonio.
Debemos apropiarnos de lo público. Es necesario que los espacios patrimoniales sean sentidos como reales herencias para cada quiteño, y así cuidarlo.
Y esto va más allá de las actividades festivas y de los espectáculos públicos que motivan a visitar el Centro Histórico. Así descubren el espacio con las luces, la música u otra acción que activa el sentimiento de pertenencia por una noche y nada más.
Necesitamos mejores actividades desde las instituciones que son parte del Patrimonio, no solo desde la Municipalidad: conventos, museos, bibliotecas, centros culturales, pero también pasajes y locales comerciales, grandes cadenas de venta, cooperativas de transporte, instituciones educativas. Todos deben generar sentido de pertenencia al primer y mejor conservado Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Cuánto de bien nos haría que no solo se cuente la historia desde los entusiastas y enamorados de la ciudad, sino también de quienes tienen sus actividades lucrativas en él.
Sería bueno que una tienda, un restaurante, un hotel o un supermercado cuidara de su esquina, que pusiera bancos para los ancianos, juegos para los niños, que contara la historia de la casa donde atiende cada día…
Ser parte del Centro Histórico es un reto para todos los que habitan el casco patrimonial, es necesario que todos dejen una marca de lo que hicieron por mejorar la vida allí y no que sean una huella de lo feo que es para muchos ir al Centro.