‘El paraíso de las ratas’

Rodrigo Contero Peñafiel

Es una fábula escrita por Luigi Amara. ‘Esquivel’ es una rata que busca escapar de lo que parece ser el destino de su especie: la ratería. En su intento busca encontrar a sus hermanas, unas ratas blancas que han desaparecido sin dejar rastro, recorre las cloacas del submundo donde habitan. Se encuentra con ‘Rafia’ y ‘Ratatatá’ que se ofrecen a ayudarle a cambio de “algo”. Lo conducen donde el ‘Dr. Plasma’, una ratota radioactiva a la que le gusta crear cortocircuitos para descifrar los enigmas del ‘Gran Topo’, quien se alimenta de lombrices ensalivadas. Mientras roe huesitos de aceituna en el bar Paraís, ‘Esquivel’ se pregunta desolado si acaso está condenado a vivir para siempre en el paraíso de las ratas, “un basurero donde todas quieren sacar el mayor provecho de las demás”. ‘Esquivel’ intenta conducirse de una manera distinta y no por el efecto corrosivo de la corrupción a todos los niveles.

La política ecuatoriana podría parecerse a esta fábula; los partidos políticos parecen asociarse con la corrupción antes y después de sus campañas electorales; lo bueno, lo malo y lo feo van en la misma corriente. “El que no tranza no avanza”, es una frase mexicana que se ha trasladado al Ecuador para dejar de ser fábula. Un escándalo cubre a otro; detenidos, investigaciones, la mesa de ajedrez y a descubrir al rey, la reina, las torres, las fortunas y los peones. La personalidad de la gente se compone del temperamento heredado de sus ancestros y un carácter, que de ser delictivo no se modifica, creando conductas ilícitas en la sociedad.

El mundo subterráneo en el que se mueve la corrupción busca no dejar rastro. El sistema está contaminado, no importa la posición, el cargo o el parentesco, ya el imaginario colectivo identifica a la política con los roedores. La moral está de luto, los actores prófugos o en la cárcel. ¿Y el dinero? En los paraísos fiscales a los que embestían para cubrir la retirada. La competencia está muy cerrada, la colaboración eficaz disminuirá los años de prisión y estarán prestos para disfrutar el placer del arroz verde y otras delicias que agrada a los roedores cubriéndose en la “persecución política”.

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