El panorama

Los tiempos extremos incuban el heroísmo en la misma medida que prolifera la miseria. Todo nos delata, no hay gestos discretos. Enfrentar la adversidad nos vuelve más resistentes ante la crudeza de la verdad. Se resiste con menos fuerza, el grotesco develamiento de la incapacidad de nuestras autoridades para afrontar una crisis con un mínimo de diligencia sin caer en juegos políticos, intereses tan evidentes que resultan contraproducentes, y vagas aproximaciones a un problema que los rebasa y requiere de una asistencia técnica y menos maña electoralista.

El mundo vive una aguda necesidad de liderazgo, sereno y capaz. Estados Unidos, ha abdicado para salvar los restos del naufragio, China es el fantasma sin máscara (la muestra más clara de que no hay progreso sin libertad). Alemania es quizás, el país que mejor ha tomado las riendas de la situación a nivel interno con la guía de la ciencia y no del índice de popularidad.

No podemos pedirle a nuestra bananera república la prolijidad alemana. Pero tampoco considero tolerables, los berrinches de la Alcaldesa de Guayaquil o el populismo del Prefecto de Tungurahua. ¿Sería demasiado pedirle al Concejo de Ambato luz técnica más allá de alusiones sueltas de la situación? Improvisados, campeones de la medianía e imprudentes, son reflejo de quienes permanecen en las calles, y tampoco seguirán las reglas después del confinamiento. Nos salvará la providencia de la naturaleza cuando la inmunidad de grupo nos recate sin darnos cuenta, y saldremos de la crisis con la creatividad y empuje de quienes en solitario y con verdadero heroísmo buscan un mejor país (si el Estado no se ha encargado de pisarles las alas antes de que despeguen). Dudo que nuestro país aprenda de disciplina y libertad, tras esto. Pero espero, que al menos, logremos distinguir a los héroes de los depredadores.