El mayor problema de Ibarra

Cuando una ciudad crece en la magnitud que ha sucedido con Ibarra, los costos son demasiado altos para toda la sociedad y naturalmente para la institución municipal. Por un lado, mucha gente demandando empleo que la ciudad y sus empresas no están en capacidad de ofrecer. Por otro, los procesos de urbanización y la consiguiente demanda de servicios públicos es creciente; y si no se los atiende, se corre el riesgo del aparecimiento de cinturones de miseria y tugurios en las barriadas. Si la entidad municipal no logra desarrollar sus capacidades de respuesta, la situación se pondría muy grave, como al parecer nos está sucediendo. Mientras observamos atónitos cómo las más altas autoridades municipales gastan su energía en discusiones de temas de poca monta, funcionando en forma fragmentada, desarticulada, sin un norte (proyecto de ciudad), y tratando problemas en forma reactiva, la ciudad crece, crece y crece sin un plan maestro que haya sido consensuado con el ciudadano mandante. La planificación espacial de la ciudad ha obedecido más a la visión personal del jefe de planificación de turno. Sin mayor argumento, es suficiente mirar los resultados.

Si existiese un plan de uso del suelo, habría sido papel mojado pues, por ejemplo, vemos cómo a lo largo de los años han aprobado la instalación de talleres, pequeñas industrias, aserraderos, servicios mecánicos en barrios residenciales, debiendo haber impulsado su instalación en el parque industrial o sectores especializados para esas actividades; igualmente, en el centro histórico han permitido construir elementos que rompen con la armonía arquitectónica del lugar. Es notorio que no tienen intención alguna de poner en vereda. Entonces Ibarra sigue creciendo con el ordenamiento de la regalada gana. Y no solo eso: tenemos un problema monumental con la basura y los botaderos que atentarían contra la salud pública; la insuficiencia en el tratamiento de aguas servidas; deterioro del ambiente; un centro histórico en deterioro, un río Tahuando pestilente; una Yahuarcocha que va muriendo, etc. De energía eléctrica no podemos quejarnos. Pero amigos, todos esos problemas reunidos se quedarán cortos el día que abramos el grifo de agua y no contemos con el líquido vital. Cualquier cosa puede faltar, menos el líquido vital. La institución municipal no se ha franqueado para confesar a los ibarreños acerca de las proyecciones para la provisión de agua potable para los próximos 50 años. No es suficiente que nos digan que sí contamos con agua hoy. Que por favor nos cuenten, que están haciendo hoy para cubrir las necesidades del futuro. Sería mucho pedir? Este, nuestro mayor problema se viene gestando desde hace fuu!.