El Estado de los derechos rotos

A nadie le importó, a Carmen la mataron en un basurero, como ella era activista gay a nadie le importó. A Felipe le apedrearon el rostro, y luego lo asesinaron al filo de la noche a machetazos, como Felipe era gay, a nadie le importó. A Juan, Marcos, y Carla, los asesinaron con sevicia y odio, como ellos eran trans, a nadie le importó.

Carlos, confeso a su familia que era gay, se quedó sin casa, a nadie le importó. Carina era trans, no tuvo acceso a salud y educación, y su promedio de vida fue de 35 años, a nadie le importó. Alejandro, era bisexual tenía hijos y fue asesinado al salir de su trabajo, a nadie le importó.

Andrea, llego a Ecuador, no sabe ni leer ni escribir y su vida ha estado llena de violencia. Desde pequeña vivió en las calles de Caracas, en donde fue víctima de abuso sexual, en ocasiones tuvo que vivir de la prostitución, a nadie le importó.

Los rechazaron, los golpearon, los estigmatizaron, se burlaron de su diversidad; los mataron, sentenciaron y olvidaron, ¿habrá alguien a quien le importe?

La sociedad en la que vivimos, está fracturada y rezagada tanto por su cultura como por sus políticas de inclusión. La incomprensión anida en los discursos sobre la violencia contra la población Lgbtiq+, al punto que se naturaliza las estadísticas sobre los crímenes de odio y desigualdad de personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, transexual, intersexual, queer y de género diverso, que están representadas desproporcionadamente en las filas de los pobres, de las personas sin hogar y las que no tienen atención médica.

El Covid-19, ha impuesto a las personas Lgbtiq+, una doble realidad sin precedentes: la necesidad que la comunidad choque con el desafío impuesto por distanciamiento social, cuando en realidad, son víctimas de las formas más extremas de distanciamiento social, legal y religioso que conocen las sociedades humanas por milenios.

La comunidad de nuestro país y la población de migrantes, son las victimas olvidadas de la pandemia, no tienen acceso al bono de emergencia ni a los kits de alimentos. Según el Ministerio de Inclusión Económica y Social, entrega kits de alimentos a los sectores “vulnerables”. Los bonos de emergencia, en cambio, están dirigidos a personas ecuatorianas que son parte de la “Unidad de Registro Social”.

En Ecuador, no existe una política específica, ni protocolos de emergencia para atender y mitigar la realidad de un sector que históricamente ha sido víctima de la exclusión: Lgbtiq+.

Gabriel Quiñónez Díaz

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