El caso de Nicaragua

Jaime Durán Barba

Durante el siglo pasado se enfrentaron los países capitalistas con los comunistas. Los revolucionarios que asaltaban un banco no creían que cometían un delito; decomisaban el dinero de los ricos para financiar su lucha. Los gobiernos revolucionarios nacionalizaban o expropiaban los bienes de sus adversarios o de países extranjeros como nota legítima de rebeldía.

Más de la mitad de la población del mundo estaba gobernada por gobiernos anticapitalistas que eran solidarios con los revolucionarios y garantizaban su impunidad. Cuando se derrumbó la Unión Soviética esto cambió, pero algunos latinoamericanos todavía no saben que esto es así.

En 1979, el Frente Sandinista de Liberación Nacional tomó el poder en Nicaragua, se estatizaron los medios de producción, campos petroleros, haciendas e incluso las casas de los colaboradores burgueses con la dictadura y el imperialismo, que pasaron al Estado. En 1990 ganó las elecciones la líder de la oposición, Violeta Chamorro. Para evitar que entregue los bienes a sus antiguos propietarios los sandinistas organizaron la “piñata”, una especie de remate a precios irrisorios que usaron para repartirse las propiedades a título personal.

Daniel Ortega aprovechó para comprarse por cien dólares la mansión en la que vivía, decomisada al banquero Jaime González Carazo, quien fue perseguido y vivió en el exilio. El conflicto se resolvió en 2007, cuando González finalmente aceptó que la casa era de Ortega a cambio de participar en la fórmula sandinista para la vicepresidencia de la nación.

El poder real lo ejerce la vicepresidenta Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, bruja de profesión que dirige los grupos paramilitares que asesinan a estudiantes y miembros de la oposición. Para cumplir con sus creencias usa siempre treinta anillos que le cubren los dedos, veinte pulseras, y una decena de collares de colores que, en su conjunto, conforman una cábala que la protege y le permite enfrentar al mal, es decir a quienes se oponen a su poder. Carlos Marx saltaría en la tumba si supiese que estas personas se proclaman marxistas.

Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino. (Fuente www.perfil.com).