Dos alternativas: infierno o paraíso

El paraíso está aquí todos los días entre nosotros. El infierno también. Lo que hagamos en bien o mal, pagaremos la factura en esta tierra. Los buenos llegarán al cielo, cerca de las nubes. ¡Qué aburrido y qué frío! El infierno también está más cerca de lo que imaginamos, lo ganan los salseros y la parranda, es el lugar perfecto de los delincuentes.

Empleo, salud, buena educación para los niños, oportunidades de estudio universitario y trabajo para los jóvenes, tranquilidad en todos los momentos de la vida. Vivienda, servicios básicos. Gobierno honesto y presidente virtuoso. Convivencia alegre y pacífica. Así sería el Paraíso en la mitad del mundo.

El infierno, ¡huy el infierno!: pobreza, desempleo, invasión de tierras, educación gris, analfabetismo, jóvenes sin oportunidades de trabajo, hundidos en la depresión y la decepción. Embarazos prematuros, narcotráfico, consumo de droga, control de las libertades, corrupción, delincuencia organizada, ciudadanos gobernados por el odio. Infierno peligroso, administrado por populistas.

El domingo 7 de febrero, después de oír misa, acudiremos a los recintos electorales a depositar un papel que decidirá el destino del Ecuador.

Estamos al borde del precipicio. Hay dos alternativas. La una, el voto por un candidato que conoce y comprenda la realidad del país y los problemas más graves para solucionarlos con urgencia. Un candidato honesto, trabajador, apasionado por la democracia y la libertad, entusiasta por el respeto y las relaciones internacionales cristalinas. Un aspirante que tenga claro los problemas financieros, políticos y económicos. Alguien que tenga presente la clave de éxito humano: educación y cultura. Un candidato con poderes limitados y responsabilidades concretas como la salud, la educación y la seguridad. El voto sería por el candidato que procure la bienvenida a la empresa privada nacional y del exterior que genere puestos de trabajo. Una opción potencial.

La otra opción, un candidato que conoce el camino que le llevará a las delicias del poder. Pero desconoce los problemas y está distante de diseñar soluciones. Sabe que gobernar es una oportunidad de conseguir dinero y privilegios. Le interesa sobre todas las cosas meter las manos en la justicia, terminar con las instituciones, burlarse de los poderes del Estado. Un diablo colocó a seiscientos mil seguidores en los Concejos Municipales y Ministerios. Organizó un gobierno totalitario, destructor y abusivo. Fue el Arcángel San Rafael. Él y su pandilla, abandonaron el cielo y construyeron el infierno ecuatoriano. Otra opción posible.

Este sistema populista fabricó corruptos. Algunos llegaron hasta la Asamblea y los ministerios, buenos soldados de la revolución ciudadana, tanto que se sostienen hasta ahora en el actual Gobierno.

No vieron las cosas exactamente como son en la realidad. Tradicionalmente han sido hábiles a la hora de agacharse y esconderse de las leyes y la justicia. Excelentes personas en promover primero el conflicto y luego el odio a la democracia, a la empresa privada y al trabajo. Desconocen la convivencia pacífica. Les encanta sacar la mano, extenderla y pedir al Estado que solucione los problemas, incluso su existencia. Inventaron las manos extendidas de pordioseos. Este es el paraíso para ellos y el infierno para ecuatorianos, venezolanos, argentinos, nicaragüenses, cubanos y otros países convertidos en miserables y parásitos. Piense el voto, todavía hay componte compadre.