Dios bombero

En momentos tensos que atravesamos por lo del volcán Cotopaxi viene a mi mente la falta de fe de los seres humanos y a veces incluso la posición negativa que se tiene de manera ligera y lastimosa. En instantes de necesidad aparece la figura del Dios bombero, a quien recurrimos para que apague incendios externos o internos, que nos cuide y nos bendiga, cuando debemos tener permanencia en la oración y no hacerlo solo en la desesperación.


En efecto, nuestra fe, para quienes creemos en la presencia del Hacedor, debe ser constante, sin desconocer nuestras limitaciones terrenales. Hay que orar y confiar que el dueño de nuestras existencias jamás nos desampara y más bien pone a prueba nuestra fe, la energía positiva individual y colectiva para luchar y sortear obstáculos. Si parte de nuestra forma de ser es implorar en la penuria desde ahora seamos buenos practicantes de la fe y solidarios sirvientes del Creador, con persistencia y sin descanso. Olvidemos al Dios bombero y revivamos al Dios eterno.


Por la simpatía y aceptación que tiene en la población, me permito transcribir las partes inicial y final de ciertos versos, a manera de copla, de la autoría del amigo artista latacungueño Marcelo Venegas, titulado Carta al Volcán Cotopaxi: “Mi Cotopaxi querido, disculpa la indiscreción, que te escriba estas letras, hoy que estás en erupción. No sé por qué se te ocurre rugir ahora, mi coloso, justo cuando ya estábamos pasando medio sabroso, viendo las broncas y paros, de esas como yerno y suegra, y otros ya preparando sus galas pa” La Mama Negra”. “Piensa bien mi Cotopaxi” sin querer ser adivinos, sea en esta o en la otra, seguiremos de vecinos. Si la fe mueve montañas y aquí unidos como hermanos, que no hagas daño pedimos o al menos eso esperamos. Como dicen mis vecinos, como mashcas y con sandunga, así revientes mi coto ¡!!!YO ME QUEDO EN LATACUNGA!!!!!