Día de la vieja

[…] Te compraré una máquina para soñar a plazos, una cocina alegre para hervir las penas, un ventilador que nos refresque el alma, una libreta de ahorros para vivir sin deudas, una nevera mágica. Te compraré todo lo que ofrecen para que la felicidad nos salga a crédito.
Y aunque no pueda ser feliz ahora ni nunca, porque la felicidad no se la vende. Acepta mi regalo que no tengo. (Méndez, 1968)

Por su puesto, lo de “vieja” con mucho respeto y cariño, solamente hago mías las palabras de Beto Cárdenas, quien justamente adoptaría el apellido de su madre para su nombre artístico y transformarse así, en el gran ‘Beto Méndez’ que con su poema ‘Dicen que es el día de la vieja’, nos obliga a reflexionar lo mercantilizado que se ha vuelto el día de las madres o como diría él mismo: “Porque este es un día licuado, aliñado, promocionado para que seas feliz mamá y para que todos seamos muy felices comprando aquí, gastando allá con fabulosos descuentos especiales”.

Es este sistema capitalista que nos ha llevado a cosificar a las personas y a personificar a las cosas, es de suma importancia no olvidarnos del que está alado. Digo esto por el semáforo verde que se ha abierto en este tiempo de pandemia para los artistas que podrán deleitar a las madres en su día, pero no olvidemos que quizá el vecino de alado o el de enfrente quizá no esté corriendo con la misma suerte, de tener a ese ser querido, porque como tantos, en estos momentos tan difíciles han muerto por querer vivir. Cuidado caemos en la línea delgada de la insensibilidad y en el individualismo.

Seguramente esta fecha no será como en años pasados, pero para las madres que están y para las que ya no, un abrazo y un agradecimiento por forjar con tanto cariño a quienes siempre, hasta el final de nuestros días, nos llamaremos hijos.

Rogelio Durán