El pedir consultas en ciertos territorios conocidos por pertenecer por derecho y por historia a Esmeraldas -por la continuidad con la que se está haciendo- para que los moradores decidan a qué jurisdicción pertenecer, es perfectamente comparable al desangre y mutilación de un cuerpo, en este caso al cuerpo de la geografía provincial de Esmeraldas.
El tema de fondo en el surtimiento de este afán por todos los costados, es que han descubierto que en el momento histórico que se vive, con una consulta está casi asegurada la victoria, porque existe una especie de solidaridad contra Esmeraldas, por las personas vinculadas al tema de referencia.
Y lo que sí tienen claro también es que la era ‘chiriboguista’ del reclamo airado y el enfrentamiento personal a lo muy criollo terminó hace muchos años, quedando solo la develada efigie del gran líder de la defensa del territorio. Por ello, entienden los colindantes que también hay otros factores que les favorecen como el enfrentamiento interno, el sectarismo y el silencio de muchos al que consideran aplausos para ellos; son sus mejores ventajas.
Ante tal situación, se hacen necesarias iniciativas ciudadanas de apoyo (y no solo críticas) de quienes conocen y tienen los argumentos jurídicos e históricos para defender los actuales límites y fortalecer los flancos débiles de nuestra sociedad.
Entre tanto, toca esperar con pacientemente que emerja una mayoría que espante a los cómplices internos y, fundamentalmente, a los que opinan desde fuera que es el momento de arrebatar “legalmente” parte del territorio de la exprovincia de hombre y mujeres rebeldes.