¿Declaramos la guerra?

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

La primera reacción generalizada, ante los terribles acontecimientos sobre los tres periodistas asesinados por narcoterroristas, fue la indignación y la inmediata aplicación de la ‘ley del talión’, “Ojo por ojo y diente por diente”. No obstante, hay que llamar a la serenidad popular y, sobre todo, gubernamental, para establecer una estrategia inteligente al respecto.

Primeramente se tiene que reemplazar ya a los tres ministros responsables directos, llamados a formar parte del Gabinete, no por su profesionalismo, sino por ser incondicionales del responsable de los problemas que observamos por doquier y ser urgentemente llenadas esas altas y delicadas funciones por personas respetadas y versadas en su materia. No hacerlo ubicaría a Moreno como corresponsable de lo que se pueda venir para desgracia de los ecuatorianos.

Seguidamente, se debe “llamar a consulta” a nuestro Embajador en Bogotá, como clara protesta ante el gobierno colombiano por el quemeimportismo evidenciado durante años sobre su conflicto interno, pero que salpicó hace rato hacia nuestra patria, la que merece y exige respeto. De 26.000 hectáreas de sembríos de plantas coca en 2006, han pasado a cerca de 140.000… habiendo recibido ingentes recursos norteamericanos en el dizque combate a este flagelo.

Hay que respetar al vecino, pero si su accionar empaña el devenir de nuestro país, se deben tomar medidas. Claro está que de ahí a declararle la guerra al narcoterrorismo hay buena distancia. México y Colombia han perdido sus respectivas guerras en ese campo y exponer a nuestros compatriotas al peligro de un conflicto armado es inapropiado. El desmantelamiento de nuestras Fuerzas Armadas y de la Policía por parte del correato tiene que terminar, la Inteligencia militar y policial tienen que regresar a precautelar la seguridad nacional, antes que dedicarse al amedrentamiento y persecución de quienes pensaban diferentes en tiempos del tristemente exmandatario.

Es evidente que la paz acordada en Colombia hace un par de años, no ha dado buenos frutos, por lo que retomar el problema esta vez con una Inteligencia bien dirigida y con profesionales de quilates como guías, debe ser el inmediato norte de nuestro gobierno. Hacemos votos porque la cordura y sensatez lleguen a Carondelet.

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