Contaminación

Franklin Barriga López

La Organización de Naciones Unidas ha lanzado advertencia que debe ser analizada con miras a dar solución a un fenómeno en gran parte causado por el ser humano, catalogado como epidemia mundial: la contaminación atmosférica origina la destrucción acelerada de los ecosistemas, al extremo de producir muertes y otros graves daños al medio ambiente.

Esta conclusión es producto de un informe elaborado por 250 científicos de 70 países que estudiaron, durante 6 años, tan inquietante asunto: con el tiempo, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentarán y, con ello, el calentamiento global, con devastadores consecuencias, entre otras: deshielo de los glaciares, inundaciones, aumento del nivel del mar, sequías extremas, huracanes, según dicho diagnóstico.

En América Latina, hay urbes en donde la polución está adquiriendo proporciones de alarma, especialmente por la emisión que se percibe a simple vista al mirar la calidad del aire ennegrecido, las chimeneas de las fábricas que no han sido ubicadas y calibradas de manera adecuada o los tubos de escape de vehículos que circulan sin los controles que deben ser de rigor. Vemos, con preocupación, en los Andes, que va cambiando el paisaje por la disminución de la nieve que proporciona agua y embellece la cima de volcanes y nevados.

Si la contaminación física se perfila de la forma indicada, qué podemos decir en lo que respecta a la otra, a la moral, que llena de prácticas indebidas a los procedimientos dentro de la sociedad, al extremo de aceptar, como algo natural, una especie de tolerancia al delito, aquello que se escucha en el sentido de “roba pero hace obra”, al referirse a funcionarios que de la noche a la mañana aparecen con fortunas, por obra y gracia de haber llegado a instituciones cuyos fondos son desviados en beneficio personal o grupal.

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