Conflicto de intereses…

Es el que tienen la mayoría de candidatos a la Presidencia de la República del Ecuador; algunos son inversionistas en la banca nacional, obviamente el Estado es el regulador del negocio bancario, esto es controlar y regular los intereses a cobrar, tasas por servicios, encajes de los recursos ahorrados, en fin, no se puede servir a dos amos, el comerciante, que se dedique a hacer dinero, si es que le gusta el dinero, y no tiene nada de malo; lo incorrecto y lo que crea conflicto de intereses es el hecho de querer llegar a la máxima magistratura del Estado, para desde allí brindarse las mejores condiciones legales, para amasar fortuna teniendo el control de las instituciones de control. Igualmente existen otros candidatos que ya han cumplido las funciones de presidentes de la República del Ecuador, y han salido con serios cuestionamientos, y hasta mantienen juicios penales por delitos cometidos en el ejercio del poder.

Pero la gama de candidatos tiene también a parientes y amigos de ex gobernantes, que le han robado al país, y que mantienen sus fortunas en el exterior, volviéndose mágicamente millonarios de la noche a la mañana; no se vale señores, todos estos ciudadanos que son fácilmente identificables en la papeleta electoral, tienen conflicto de intereses, lo que hace que sus candidaturas sean desafortunamente inviables, no elegibles, no aceptables; sencillamente porque tienen un interés manifiesto de ganar dinero, robar, o de evitar las ejecuciones de sentencias condenatorias por las fechorías y asaltos a las arcas del Estado, que lo han dejado quebrado y endeudado.

De todo hay en la papeleta de candidatos, hay cantantes, sarasas, indios, arribistas y ladrones; pero no hay uno solo, con características de estadista, ni que sepa filosofía, política y economía. En fin el panorama para Ecuador es triste y desolador, el diagnóstico y pronóstico es desalentador, 20/80, no hay posibilidades de recuperación, con graves probabilidades de desaparecer el IESS; y las privatizaciones se lleven hasta la dolarización; y, ahora quién podrá salvarnos; por quién apuesta usted estimado lector.

Joffre Daza Quiñónez

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