Cirque du Soleil

No me refiero a la compañía canadiense de entretenimiento, descrita como un “montaje dramático de artes circenses y esparcimiento callejero”, sino a lo que se puede observar en los montajes dramáticos pero criollos que se presentan los días sábados en nuestro país.


Seguramente el hombre más privilegiado del país, como él mismo se califica, piensa que nos interesa mucho conocer sus aventuras y noches de bohemia que ha sabido pasar cuando estudiante universitario; que nos preocupa demasiado enterarnos que antes no le dejaban cantar ni con los lagarteros guayacos y que ahora comparte tarima con los mejores cantautores de Latinoamérica.


Nos hace escuchar canciones que para los revolucionarios supuestamente ilustran sus sentimientos, sin darse cuenta que al igual que su tergiversada interpretación, también existe otra para el pueblo, que palpa la realidad de los altísimos precios en los mercados, la inseguridad en las calles y el empleo “inadecuado”; y otra, para los docentes, conductores y trabajadores subordinados por la fuerza a organizaciones paralelas creadas por el gobierno.


Como parte del show, al más puro estilo populista, una distorsionada voz tararea temas como “de vez en cuando queda bien dormir”, algo que nos quedaría bien a la mayoría cuando en la noche no lo podemos hacer, pensando en cómo se hará para cubrir las necesidades de los hijos el siguiente día; y descuidadamente, otra canción que sí nos viene como anillo al dedo: “Sobreviviendo”.


Al final, hace de comentarista de fútbol, repasando los goles de la Selección y presenta burlonamente al ariete del equipo nacional como su sucesor en el solio presidencial, para luego cínicamente mencionar que lo que están presentando parece una “peña”, en lugar de un enlace informativo.
Qué productivo, aprendí muchísimo…