Carta de una mamá a sus hijos

Cuando pase el tiempo y me ponga vieja, no te enojes, ten paciencia, ya viví mi vida con tacones, con el cabello suelto y alborotado, tuve la piel tersa, el derrière y el pecho firmes, una cinturita y mucha energía, pero todo se agrieta, mi cabello ya pinta canas y hasta mis recuerdos empiezo a olvidar pero te aseguro que de amarte, jamás¡¡ hice mil locuras, me caí mil veces, cometí errores, tuve ideas locas, me metí en problemas, escuche canciones que jamás oíste y canté otras tantas a vivo pulmón, no sentí vergüenza de mi gran escote, de enseñar mis piernas y de sonreír.

Yo también a veces no entendía a mis padres, hasta cuando fui madre pude comprender que sus consejos eran por mi bien, empecé a enfermarme, me dolía todo, pero mi amor por ustedes me hizo resistir, lloré en silencio y con una sonrisa contestaba: todo está bien, no me arrepiento de tantas caídas, porque fui feliz, le pedí al cielo bendiga mi vida…y llegó el milagro convertido en ángel, tuve mis retoños, perfectos y saludables y se transformaron en la razón de todo, me dieron fuerza para no rendirme, yo tome sus manos mientras caminaban, limpie sus heridas a besos, y pronto seré yo quien necesite sus manos para sostenerme y sus besos para continuar.

Les cuento un secreto… No me quisiera ir jamás ¡¡ ¡ pero el tiempo es innegable, antes que suceda quiero pedirles que jamás se rindan, que mis errores no repitan, recuerden que no hay poder humano que destruya lo que se hace con amor, no hay nada en el mundo que no puedan conquistar si se lo proponen, levántense del piso si se tropezaron, séquense las lágrimas y mirándose al espejo, repitan gritando… ¡Yo puedo!, y si tienen miedo cierren sus ojos…ahí estaré yo besándolos por siempre…

Atentamente

Mamá

Aissa Pazmiño Real