Querida Madre:
Han pasado tres años de su dolorosa partida y en nuestros corazones su recuerdo seguirá viviendo hasta que Dios decida reunirnos. Tenemos la suerte que junto a nosotros está nuestro padre que a pesar de sus noventa y tres años de edad y faltarle casi en su totalidad su visión trata siempre de no ser una carga para sus hijos y hasta hoy él se maneja casi solo en su rutina diaria. Le contaré que en estos tres años hemos podido disfrutar más de la presencia de él en nuestros hogares y así él ha pasado en Guayaquil, Portoviejo y Quito… Es admirable su resistencia, y ahora me pregunto por qué usted nunca pudo hacerlo a pesar de que todos la invitábamos, pero la contestación era siempre.. Su papi no le gusta estar en ninguna parte, solo en su casa… Qué pena, Madre, no haber tenido la oportunidad de disfrutar también de su compañía, así como lo estamos haciendo con nuestro padre.
Mami, ha pesar de que ya no la tenemos físicamente, quiero decirle que usted vive y estará presente espiritualmente en el corazón de todos sus hijos y de su esposo. Y como dijo Manuelita su chiquita, como le decía… Desde aquel quince de abril nuestras almas quedaron vacías, sentimos que algo nos faltaba en la vida, como si nos hubieran quitado parte de nuestro corazón. Y es que a pesar de nuestra tristeza nos consolamos al saber que usted está junto a su Dios que en vida lo Amó, respetó y veneró.
Que sus sabias enseñanzas, su amor incondicional, la formación y los valores que nos inculcó son el mejor aliciente para todos seguir siempre adelante a pesar de todas las dificultades que no faltan en nuestra vida terrenal.
Hoy públicamente queremos decirle todos que la queremos, que nunca la olvidaremos y que siempre tenemos presente el legado más hermoso que nos dejó… Nuestra unión.