Capítulo de folletín

Rosalía Arteaga Serrano

Otra vez ha vuelto a aparecer el nombre del australiano Assange, refugiado en nuestra embajada en Londres, como pieza de una trama folletinesca que nuevamente envuelve en escándalos a Ecuador y, concretamente, a la Cancillería en ese momento liderada por la actual Presidenta de la Asamblea de las Naciones Unidas.

‘The Guardian’, un medio de comunicación británico de gran circulación y prestigio, recoge la noticia de un supuesto plan fallido, de finales de 2017, en el que se pretendía propiciar el escape de Julian Assange hacia Rusia, valiéndose del subterfugio de la concesión de la nacionalidad y el estatus diplomático ecuatoriano al tristemente célebre hacker australiano. Parece que un grupo de calenturientas cabezas, diseñaron un plan para que Assange evadiera la justicia británica, plan que finalmente no se instrumentó y que habría puesto una vez más en entredicho a la intervención ecuatoriana.

¿Cuánto le ha costado al Ecuador mantener a ese incómodo huésped en la sede de su Embajada en Londres? ¿Qué de beneficioso le ha reportado a nuestro pueblo?

Las relaciones comerciales y políticas entre los dos países han sufrido, con el consiguiente perjuicio para la economía nacional y también le ha causado resquemores con otros países.

Es importante encontrar sin más demora una solución a este tema, uno en el que el Ecuador nunca debió intervenir y del que jamás debió ser parte. Solo la megalomanía de quien nos gobernó durante más de diez años, puede explicar el por qué quiso jugar a líder mundial, sin tener los atributos para ello, poniendo en riesgo al país y malgastando sus recursos. Ojalá en algún momento la justicia tome cuentas de este negro y burlesco capítulo de nuestra política exterior.

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