En el pequeño poblado de Williamstown, ubicado en Kentucky, Estados Unidos, se encuentra en marcha un proyecto iniciado en agosto de 2014 y que será concluido e inaugurado el 7 de julio del año venidero, para lo cual ya han comenzado la promoción y venta de entradas.
Es una réplica de la legendaria embarcación que, según la enseñanza bíblica, salvó a Noé y su familia del diluvio que cubrió nuestro planeta, así como a las especies de animales, macho y hembra, que fueron allí refugiadas.
No faltó quien presentó objeción sobre el particular, argumentando que ello va en absoluta contradicción con la ciencia moderna. No pretendo en este artículo comentar sobre fe y ciencia sino resaltar el emprendimiento cuyas características son de enorme visión.
En el interior de un parque convenientemente acondicionado, la construcción en referencia, que es de madera, tendrá capacidad para 10 mil personas y cientos de figuras de animales que se exhibirán permanentemente. Sus dimensiones son muy considerables: 155 metros de largo, 15 de altura y 25 de ancho; el costo bordea los 92 millones de dólares.
El barco, de no pequeñas proporciones, atraerá como mínimo un millón de visitantes anuales. Es obvio que, con este poderoso imán, el turismo alcanzará impulso masivo, con los beneficios consiguientes, en especial en lo económico.
Estos proyectos, sólidamente concebidos, demuestran pensar a lo grande.
En materia turística cuánto puede hacerse en bien del adelanto y la prosperidad colectiva. El Arca de Noé, dentro de los lineamientos anotados, es un magnífico referente para impulsar excelentes planes y programas.
La denominada industria sin chimeneas es un generador de caudalosas divisas, como lo demuestran los países cuyos principales ingresos giran en torno a ella.
[email protected]