Al puro estilo ovejuno

Zoila Isabel Loyola Román

En las expresiones colectivas de apoyo o desapoyo, agravio o desagravio, que suelen brotar “espontáneas” de tiempo en tiempo en todos los lugares del mundo, por lo general no participan personas violentas, más bien diríamos que son muchedumbres de gente sumisa un poco ovejuna y, eso sí, simple hasta la médula, que actúa porque la convencieron de que para que se hagan realidad sus metas, hace falta combatir en contra de adversarios inventados. Son ánimas que no luchan por razones “antisociales” sino más bien por exceso de sociabilidad y candorosa ingenuidad.

A fuerza de peroratas, dimes y diretes, sacadas en cara, denuncias, y otras estrategias mutantes y lavados de cerebro, a estos grupos humanos, débiles de seso, se los ha convencido de que sus “ídolos” están en peligro y, al estar éstos en peligro, peligra también la estabilidad del “rebaño”. Y es por eso que hay que defenderlos a como dé lugar, exterminar a quienes tienen ideas distintas, a los disparejos, o simplemente a los que no que no calan en ese afán de “moderación” y de no parecerse al resto.

Algún momento nos ilusionamos pensando que, como humanidad, habíamos superado estas brechas, pero no es así todavía hay y hasta de sobra, una buena cantidad de “ovejas” que quieren ser atadas y, con ellas, se aten a las demás; así mismo hay “lobos” que descuartizan ovejas, las engullen y esgrimen sus argumentos con una brutalidad exaltada e irritable, con la intención de ocultar su egolatría, su vaciedad, su vulgaridad, el agotamiento y el desgaste de su discurso y la falta de ética con sus seguidores. En fin, gregarismo al puro estilo ovejuno.

Anhelo que ésta sea esta la última vez que escribo sobre la falta de sentido común; pero, asimismo mucho me temo que, como decía Ortega y Gasset, «el malvado descansa algunas veces; el necio jamás». (O)