Al maestro

Conocí al maestro a inicios de los años sesenta, por la inmensa amistad y cariño mutuos que se profesaron él y mi padre. A inicios de los setenta recibí de él sus brillantes conocimientos impartidos en la cátedra de Derecho Romano. A inicios de los ochenta absorbí nuevamente sus conocimientos y consejos cuando ejerció una asesoría jurídica, en el más alto nivel, en la Superintendencia de Compañías. Abogado preclaro, jurista notable, senador patriota, recomendado tratadista en derechos civil, romano y societario, acompañados de sus tratados en moral y ética, reconocido Procurador General del Estado, siempre ostentando su mayor distinción: Gran caballero y ser humano. Reconocido cultor del Derecho Societario nos brindó sus ‘Breves Comentarios a la Ley de Compañías Comerciales’, publicados en 1965 por la Cámara de Comercio de Quito. Le corresponde, en su homenaje, que la reedite ya que, a pesar de años transcurridos, siguen tan vivos y actuales. Lúcido hasta sus últimos años, siempre más que un gran profesor fue para mí un gran amigo y compañero. Me sigue acompañando. Se es honesto o no se lo es. Se es sincero o no se lo es. O se es solidario o no se lo es, siempre sabiamente me decía. Solo en aceptación del implacable destino humano el doctor Carlos Larreátegui Mendieta nos ha abandonado físicamente, en ese momento especial en el que el Hacedor excepcionalmente llama a privilegiados seres humanos para demostrarse que su creación ha sido buena. Pero los que diariamente nos brindamos con la honestidad, ética, valores, dedicación y trabajo que siempre nos inculcó, nos sentimos más solos con su partida.

Roberto Salgado Valdez
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