¡Abran fuego!

Roque Rivas Zambrano

La violencia solo genera más violencia. Esta frase -que ya la dijo el líder espiritual del budismo tibetano, Dalai Lama- parece ser completamente desconocida por el presidente brasileño Jair Bolsonaro.

Días después de ser posesionado firmó un decreto para flexibilizar las reglas de posesión de armas, sorprendió a los ciudadanos con el texto publicado en el Diario Oficial, el 8 de mayo de 2019. Indica que los periodistas que cubran la fuente policiaca (al igual que los abogados, agentes de tránsito y residentes de zonas rurales) puedan portar armas de fuego en el espacio público.

Esta medida se estableció, obviamente, sin consultar previamente con representantes de la prensa y generó reacciones de organizaciones internacionales, entre ellas Reporteros Sin Fronteras (RSF). Para Emmanuel Colombié, director del Despacho América Latina de RSF, la decisión sienta un peligroso precedente y no resolverá los problemas de inseguridad. Además, señaló: “es con su pluma y no con un arma que los periodistas pueden cumplir con la gran responsabilidad que constituye la labor informativa”.

La Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación se sumó a los cuestionamientos y emitió un documento en el que exige al Gobierno se derogue la sección referida a trabajadores de prensa. Fernando Molica, su exdirector, hace una reflexión pertinente: “si andar armado fuera garantía de mantener la integridad física, no matarían a tantos policías en el país”. Para Molica, el decreto transfiere las responsabilidades estatales al pueblo.

Permitir que se porten armas es dar paso al fuego, al enfrentamiento. El argumento de autodefensa, empleado por Bolsonaro, hace que todo sea reducido a un burdo tiroteo, donde se está de un lado u otro, pero en la misma guerra sin salida.

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