Sesiones extraordinarias

El Presidente electo al no haber presentado candidatos a disputados, reafirmando su discurso de que la conformación del actual Congreso rebosa de procedimientos de los cuales el pueblo está cansado, fue una carta de presentación que el electorado intuyó como cumplimiento de su palabra y una de las causas por la que los ciudadanos se inclinaron por su elección, además, que desde su función como Ministro de Finanzas fustigó a la dirección del Banco Central como elementos que ganan altísimos sueldos que no los devengan en beneficio del país, anotando que es una institución cuya función ya dejó de ser y es inoficiosa su permanencia como ente constitutivo del Estado.

Lo que nunca supimos fue cuál es el monto de esos sueldos, pues, siempre existió hermetismo para que la verdad saliera a la luz pública; pero ahora que el Presidente electo ha dicho en una de sus intervenciones que el principal directivo gana alrededor de 9 mil dólares mensuales y que “si tienen sangre en la cara deben renunciar”, éste ha salido a defender su puesto y a la pregunta de una periodista sobre el sueldo, dijo que “apenas gana 7 mil 400 dólares mensuales”; mas, al periodista se le olvidó preguntar qué ha hecho con los intereses del dinero de los jubilados depositados en bancos internacionales y cuánto más gana por gastos de representación y sesiones extraordinarias.

A esta institución creada por el Estado, el Congreso no la ha podido regular porque sus miembros también caen en lo mismo: grandes bonificaciones que el pueblo rechaza. Ahora, al finalizar el año se han impuesto una serie de sesiones extraordinarias que arrojan 60 mil dólares por cada sesión; tal es el descaro que hasta algunos de ellos protestan como debieron protestar cuando el directivo del Banco Central se “hizo prestar” 180 mil dólares del pueblo. ¿Podrá un profesor de primaria que gana 400 dólares mensuales acceder a un préstamo de dinero del Estado como aquel burocrático? Definitivamente ¡no! Esas son las injusticias de la que el pueblo ecuatoriano está indignado.

Si el nuevo “inquilino” de Carondelet ha dicho que debe desaparecer el Banco Central, los ecuatorianos creemos que lo va a cumplir así como que él va a rebajarse el sueldo. Si no puede un Decreto Ejecutivo fenecer a la ex institución emisora y que todos los burócratas ganen menos que el Presidente, se darán las condiciones para que la Asamblea Constituyente lo haga.