Inmensa es la satisfacción de nuestros coterráneos al conocer que en la matrícula que pagan los alumnos en los colegios se está solicitando una colaboración para poder concretar esta obra, que con merecida razón se quiere honrar la memoria de este ilustre hijo de Esmeraldas que con sus obras prestigió las letras ecuatorianas.
Lo que sí preocupa es que quizás por descuido o limitaciones presupuestarias de las instituciones llamadas a realizar este tipo de obras como son la Casa de la Cultura de Esmeraldas, el Municipio, la Prefectura y otras organizaciones que están íntimamente ligadas con el quehacer cultural, se haya tenido que recurrir a niños y jóvenes que se educan en nuestro medio para que sean ellos precisamente con el concurso económico de sus padres que inicien la realización de esta obra, lo que es una demostración de civismo que comienza a nacer en sus pequeños corazones.
Don Nelson Estupiñán Bass mucho dio a la cultura de nuestro pueblo a través de la cátedra, representando importantes organismos de cultura y más que nada sus numerosos libros que escribió muchos de ellos trascendieron el ámbito nacional como es su novela «Cuando los guayacanes florecían» y que a través de sus escritos dio una orientación de hombre de izquierda para que el pueblo despierte y luche contra la corrupción ayer, hoy y siempre.
Los pueblos se honran con sus hijos que destacan en muchos campos y vemos que ciudades por citar algunas como Guayaquil, Quito, Riobamba, Portoviejo, Ambato, etc., han construido en sus principales avenidas y parques los monumentos a sus próceres y hombres de letras. Y nosotros, nada.
Qué bueno fuera ver también en Esmeraldas los monumentos del autor de nuestro Himno Don Tácito Ortiz Urriola, de nuestra Bandera Don César Névil Estupiñán, de nuestro Escudo, Don Alfonso Quiñónez, del eminente galeno Dr. Segundo Salas Meza, del recordado alcalde y prefecto Francisco Mejía Villa, que tanto hizo por Esmeraldas, los cuales pasaron a la posteridad; pero también hay que rendir homenaje a otros que todavía viven y que voy a mencionar: al combativo Jorge Chiriboga Guerrero eterno defensor y luchador de nuestro terruño y a quien deben tierra y hogar muchas familias.
Por qué no citar también al destacado bate esmeraldeño Antonio Preciado Bedoya que recibió la más alta dignidad de nuestra provincia como es la de representarnos en las Naciones Unidas y que también con sus obras se ha hecho merecedor de los mejores elogios.
Es hora de que nos dejemos de egoísmos, que pensemos con la cabeza fríamente y que hagamos justicia con estas personas que brillaron con luz propia y que han hecho conocer la cultura de nuestro pueblo.