No hay subintendente, a la Jefa Política a cada momento le llaman a Quito, los despachos abandonados.
La burocracia quiteña debe respetar esta ciudad, si desean hablar con sus autoridades deben enviar delegados o comunicarse a través de los medios tecnológicos disponibles; y no tratar a nuestras autoridades como a empleados de la época colonial en que se los llamaba a España a rendir cuentas de sus actos.
La semana pasada tuvimos que soportar un paro de transporte público inconstitucional, puesto que violó el segundo inciso del numeral 10 correspondiente al Art. 35 de la Carta Política que “prohíbe la paralización de servicios públicos, en especial los de transporte”.
Además fue egoísta, porque no se trataba de un paro para pedir la provincialización de Santo Domingo; o mayor atención a la vialidad local; o la racionalización de los avalúos catastrales; o la rebaja de impuestos; o impedir la extorsión policial a través de los “controles” en las vías, que no controlan la delincuencia, sino que estorban la libre circulación constitucionalmente garantizada, a las personas honradas.
El paro fue para que no se concedan más “frecuencias” de taxis. Bajo este criterio egoísta y absurdo, los abogados deberíamos paralizar los juzgados, para que las universidades no gradúen más abogados; los médicos deberían paralizar los hospitales para que no gradúen más médicos y así hasta el infinito de la estulticia.
En la Av. Quito -destinada a centro de diversión nocturno de la ciudad que debería tener un diseño acogedor para el turismo, con parasoles, toldos, faroles, jardineras, sitios en donde tomar un refresco, un tinto al paso-; a alguien se le ocurrió la torpe idea de sacar los toldos, dejando desprotegidas a las personas que por allí transitan, pero si se permite la promoción de marcas y productos de grandes empresas, generando contaminación visual, a costa de la tala de los árboles del parterre. No hay sentido de equidad en las cosas.
El abandono diseñado desde Quito, nos obliga a unificar esfuerzos junto al Concejo Cantonal, dejando a un lado las diferencias, para impulsar nuestra provincialización. Debemos demostrar la identidad que tenemos; el amor a nuestra tierra, que es el odio a quien la ataca; el respeto a las instituciones administradas por los nuestros; dignidad en nuestros actos y trabajo por ser mejores.