Trabajar y estudiar con internet prestado, la nueva ‘normalidad’

DETALLE. El esmeraldeño Gabriel Quiñónez habló con un grupo de niños de Quito sobre su vida en época de pandemia
DETALLE. El esmeraldeño Gabriel Quiñónez habló con un grupo de niños de Quito sobre su vida en época de pandemia

La educación virtual reveló otra profunda desigualdad en la que otros ven esperanza. El desempleo ahonda el problema.

A esta hora exactamente, hay un niño en la calle, sin techo seguro, con las uñas llena de tierra, y un estómago vacío. Se dice que es honra del hombre proteger lo que crece. Así conocimos a Jordán, de contextura delgada y talla baja, acompañado por sus dos hermanos menores, Byron y Darwin.

Tras tocar el timbre de la casa donde ofrecen fundas chocolate de un dólar y fundas de basura hasta en cincuenta centavos, con tal de que le compráramos, ofrecieron un “combo”, dos fundas de chocolate por un dólar, y tres fundas de basura por un dólar 25 centavos ¿se vale?

Entre otras cosas, llama la atención la habilidad para vender, su voz y la mirada. Al ser consultados, sobre su presencia en las calles y porque la venta de caramelos y fundas de basura, Jordán, el hermano mayor de 13 años, con la mirada hacia en suelo, dijo: “por la pandemia sacaron a nuestros padres del trabajo, ellos ahora también venden caramelos”.

Estos niños (Jordan, Byron de 12 y Darwin de 9 años), aseguraron que eran ya “mayores”, y que debían de “sumar” en los ingresos del hogar. Edad en la que, en papeles, y según en el marco normativo está prohibido en el Ecuador el trabajo infantil.

180.000 desempleos

Esa respuesta fría de los hermanos, aparentemente normal, pero sincera, dio paso para compartir en el patio de una casa, una pamba mesa, y por un momento, entre risas y dialogo escapar de la realidad del mundo que a veces los posterga del derecho a la educación, salud y la recreación de calidad.

Ecuador en estos momentos en medio de las crisis de emergencia que vive por una pandemia, soporta una medida desatinada y que una por una va acumulando el resentimiento social en lado extremo, las medidas en educación o las cifras incalculables de desempleo en el Ecuador, que se agudizaron durante la pandemia casi a la mitad del desempleo que se registró en 2014 y 2019.

Cerca de 180.000 personas se quedaron sin trabajo hasta lo que va de junio del presente año, esto según informe del Ministerio de Trabajo. Es decir, que en desde marzo a junio del presente año, un total de desempleados equivalente a casi el 50% de los últimos cinco años. Los datos, según expertos en tema social son alarmantes.

La realidad de Jordán, Byron y Darwin, es la de 201.634 niños, niñas y adolescentes, entre edades de 4 y 14 años, quienes estuvieron en estado de trabajo infantil, según datos del MIES.

Políticas más generalistas

A raíz que la pandemia, el país impulsó la teleeducación, Bycky, la madre de 32 años de estos 3 hijos, fue despedida de la empresa privada en la que trabaja como auxiliar de servicios para una entidad pública.

Ella al igual que su esposo son parte de una cifra desempleo en Ecuador. Según la Organización Internacional del Trabajo, calcula que Ecuador tendrá 850 mil nuevos desempleados en lo que resta del año, lo que significa que llegaremos a cerca de millones de desempleados o sub-empleados a enero del 2021.

Ante esta realidad el gobierno ha tomado algunas acciones y medidas generosas de apoyo en la economía. Sin embargo, el hecho de que en América Latina la pobreza esté tan conectada a la informalidad laboral hace que, paradójicamente, los más pobres sean menos favorecidos de algunas de las políticas más generalistas.

Zona rural

En casa de la familia vendedora, no cuentan con internet ni mucho menos con un computador, “es duro perder un año, pero tenemos que esforzarnos”, dijo Darwin el menor de 9 años, “nosotros llegamos a casa luego de nuestro trabajo a veces no hay comida, pero, recogemos las mochilas y caminamos hasta llegar a casa de mi tío, Juan T., (un kilómetro) en el sector de “la libertad” al Sur de Quito, ahí nos regala internet y presta la compu”, dijo Byron.

En el país, apenas el 37% de las familias tiene acceso a internet, significa que 6 de cada 10 niños no pueden estudiar, según la Unicef, por otro lado, más de un millón de niños y adolescentes solo en la costa, no pueden estudiar. Tener la escuela en casa, es un viacrucis, para muchas familias en Ecuador.

La actividad económica de los niños, es la venta de productos que incluye comestibles como dulces, chochos, galletas, frutas, chocolates, que generalmente lo hacen solos, sin la presencia de sus padres sino con más “amigos” asegura él, que hacen la misma actividad.

Por otro lado, no existe zona de Quito en cuyas esquinas no haya vendedores ambulantes informales, limpiadores de parabrisas, malabaristas, recicladores, en algunos casos lo hacen con sus padres. No obstante, hay otro grupo de niños a quienes se les ha preguntado y confirman que la familia, la pobreza, el abuso, entre otras, son frecuentemente razones para irse a las calles.

ALTERNATIVA. La venta de diferentes productos es lo que permita a un grupo de niños ayudar a sus padres desempleados.
ALTERNATIVA. La venta de diferentes productos es lo que permita a un grupo de niños ayudar a sus padres desempleados.

Así piensa el Ministerio de Educación

La titular del Ministerio de Educación, Monserrat Creamer, ha dicho que cerca de un 70% de estudiantes tiene problemas en el acceso a la educación, pero los antecedentes estaban allí desde 2018: el porcentaje de hogares con acceso a internet es de 31%17 a nivel nacional y baja al 16% en el área rural según datos del Instituto de Estadísticas y Censos.

La Cartera de Estado comunicó que hasta el 18 de mayo hubo un flujo de casi 8.500 beneficiarios en su plataforma, que según ellos tiene 1.200 recursos educativos para reforzar los conocimientos. Además, se estima que los usuarios se duplicarán a partir de junio, con la incorporación de los estudiantes de la costa.

Aún así es claro que no todo el mundo de los estudiantes del país (4,6 millones) acude a la plataforma. La esperanza de las autoridades es la televisión, radio educación, pero esta alternativa tampoco llega a todo el territorio. En la casa de Jordán, sí hay ‘tele’, pero asegura que lo que pasan no es la información que necesitan para educarse.

Unesco y su advertencia

En un comunicado, la Unesco ha alertado que la mitad del total de los alumnos en el planeta, (cerca de 826 millones) no tiene internet en sus casas. Además, a pesar de que mediante los teléfonos celulares algunos estudiantes pueden acceder a la información y comunicarse con sus profesores, y, por otro lado, cerca de 56 millones viven en lugares donde no llega la cobertura de las redes móviles.

“La educación es una de las principales razones del desarrollo, permite generar capacidades productivas y sociales, además de equidad, garantizando la libertad real de las personas. Es la razón para lograr la movilidad social ascendente”, opinó, Mirna Díaz, maestra jubilada.

Es decir, que niños y adolescentes logren mejorar su calidad de vida, y que pueda salir de forma sostenible de la pobreza. Entendiendo, que es la clave para generar “libertad” comprender el mundo y tomar decisiones. Pero, con tantas brechas de desigualdad y limitaciones ¿Qué pasará entonces con Jordán, Byron y Darwin?, sostuvo, Díaz.

Riesgo y miedos de andar en la calle

Hay varios motivos por las cuales un niño debe o decide estar en la calle. La combinación de factores familiares, económicos, sociales y políticos ponen sobre la mesa diversas realidades y, por tanto, es difícil señalar de manera determinante una o varias causas. Darwin es el menor de tres hermanos, y uno de los más inquietos, Jordán, sostiene que “la calle es dura, tenemos miedo de enfermarnos del Covid, incluso de que a mis ñaños o a mi nos atropelle algún carro, la situación es dura y con suerte a veces vendemos unos 8 a 5 cinco dólares”, dijo.

La actividad económica de los niños, es la venta de productos que incluye comestibles como dulces, chochos, galletas, frutas, chocolates, que generalmente lo hacen solos, sin la presencia de sus padres sino con más “amigos” asegura él, que hacen la misma actividad.