Testimonio de quienes viven del turismo

El optimismo, aunque ganen $2 diarios

La decisión del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Cantonal de Esmeraldas, de abrir el balneario Las Palmas, llenó de optimismo a Pablo Briones, quien está dedicado a la elaboración y venta de artesanía. Aunque él viene trabajando desde que el semáforo sanitario cambió de color (de rojo a amarillo), las bajas o nulas ventas no lo desmotivan, y tiene la convicción de que en el último trimestre todo mejorará. El mismo sentir tiene pamela Rosado, quien a más de artesanía también vende prendas de vestir playera. Agrega que hay días en que la ganancia es de 2 dólares y para ella eso es bastante.

Arte y descuentos que afectan

Carlos Espinosa hace tatuajes permanentes y temporales. Desde la mañana permanece sentado en su puesto ubicado en el malecón de Atacames, a la espera de un cliente que requiera su servicio, cumpliendo con las medidas de sanidad.

Dice que los turistas sí están llegando a la playa pero no van por tatuarse. El último sábado una joven le solicitó tatuarse un nombre, según el tatuador, por ese trabajo que normalmente cobra 30 dólares, el cliente le pagará 10. Y así transcurren los días a la espera de ganar más dinero por plasmar su arte en la piel de los turistas.

Peinadoras siguen esperanzadas

Ganarse 20 dólares diarios haciendo trenzas a las turistas que visitaban el balneario de Atacames, le permitía a María Lara llevar el sustento económico para su hogar. Por el confinamiento no podía trabajar, su esperanza renació con la reapertura de las playas en agosto, pero hasta el último sábado, no había tenido a quién peinar.

Agrega que para poder laborar tuvo que obtener los permisos tras presentar los protocolos de bioseguridad. Mientras espera a las clientas, elabora y ofrece artesanías junto a su compañera Paula Toral. Creen que el comercio mejore en los próximos dos años, pero también le apuestan a diciembre.

Poca venta de ropa

Los negocios de ropa playera tienen menos compradores. Así lo confirma Raquel Rosero, pero eso no la desanima y más bien agradece porque desde que abrieron la playa de Atacames puede vender aunque sea 5 dólares diarios para la comida. “Hay que trabajar con paciencia, y recordar que durante el confinamiento no ganábamos ni un centavo, y ahora lo tenemos”. Su anhelo es que una vez que termine el Estado de Excepción los turistas lleguen a la playa a consumir para reactivar la economía.

No despegan los paseos acuáticos

Guardando las normas de bioseguridad, Carlos Angulo se camina a lo largo de la playa de Atacames buscando pequeños grupos de amigos o familiares para ofrecerle los paseos acuáticos en la banana (boya inflable que se desliza con personas sobre el agua), parapente o llevarlos a la isla. Sabe que el bote deben ir pocas personas por el distanciamiento social, pero no tiene a quién llevar.

El tiempo de acorta, ve caer la tarde y no encuentra a los clientes y por tanto tampoco llevará dinero a la casa. Recuerda que antes de la pandemia se hacía entre 60 y hasta 100 dólares diarios, pero desde que abrieron la playa, máximo gana 10 dólares.

Persistencia

La competencia que tiene en la playa de Tonsupa, donde habita Corintio Almeida, lo obliga a recorrer el balneario de Atacames para comercializar pasteles y maní crocante. El hombre de 79 años, antes de la crisis sanitaria, desde las 05:00 se vendía hasta 200 pasteles a 25 centavos cada uno. En la actualidad no vende ni 20, por eso alterna con otro producto, comentó.

Él sabe que el Covid-19 dañó todos los negocios. “Hay gente que no consume por temor al contagio del virus y otros porque acuden a la playa llevando sus alimentos”.