Suárez, pintura con expresión social

Suárez, pintura con expresión social
Obra. Francisco Suárez junto al retrato de Juan Montalvo.

La ciudad tiene varios personajes, que gracias a su lucha y talento han logrado ser reconocidos por la colectividad, ganándose el cariño de los ambateños, uno de ellos es Francisco Suárez, odontólogo de profesión y artista por vocación.

El ayer


Nació en 1938 y se confiesa como un apasionado por la ciudad, pues creció entre el fútbol callejero con los amigos de los sectores centrales de Ambato.


Estudió la primaria en el Liceo Juan Montalvo y la secundaria en el colegio Bolívar. Él también vivió el terremoto de 1949 y recuerda de forma clara el 5 de agosto pues se dirigía a sus clases de dibujo y por la prisa que llevaba no sintió el primer movimiento de la tierra.


“Un taxi se paró a lado mío y me dice que mire como se estaban cayendo las lomas del Pilisurco y una parte del Casigana, había mucha tierra, cuando miré como se caían tejas y macetas, lo único que pensé fue en correr para encontrar a mi familia, iba por la mitad de la calle Cevallos para evitar que me cayera algo”, cuenta Suárez.


Al llegar encontró cerrado el taller de su padre, luego corrió hacia la casa de sus abuelos en la calle Castillo y Juan Benigno Vela donde vio que su papá traía en brazos a su madre.


“Ella estaba toda herida, según me dijeron una puerta le cayó encima, esta ayudó a protegerla de las demás piedras que siguieron cayéndole, le rompieron la cabeza y los brazos, pero ventajosamente aún tengo a mi madre”, cuenta.

Sus pasiones


Francisco es doctor, artista y deportista, pasiones que las pudo combinar y desarrollar en su juventud, como futbolista fue parte de la selección del colegio Bolívar, luego integró el equipo provincial y en la Universidad fue convocado a jugar en la Liga de Quito, de donde tuvo que salir porque no disponía de tiempo para estudiar.


La pintura estuvo presente toda la vida de Suárez, desde la escuela tuvo dos profesores que le ayudaron a desarrollar sus destrezas, pero su padre fue el mayor apoyo. “Yo desconfiaba de mis posibilidades reales, el único que confiaba en mí, era mi padre, él si me hacía sentir un genio, realizaba un dibujo y me decía que era lo mejor que había visto y me daba unos aplanchados o dulces de cualquier tipo”, cuenta.


Al terminar el colegio decide estudiar arquitectura, pero la carrera fue suspendida por Velasco Ibarra, ante esto Suárez se matricula en odontología, él manifiesta que no optó por seguir la carrera de Artes, debido a que esta profesión no permitía subsistir y mantenerse.


“La odontología me ha permitido servir a la gente, ser útil a la sociedad y tener recursos hasta para adquirir materiales que me permitan pintar”, confiesa.


Varios mendigos han sido retratados por Suárez, pero todos tienen un instrumento, esto a decir del artista es una denuncia visual sobre las consecuencias de un sistema socioeconómico que no resulta equitativo.


“Tienen un instrumento, porque quiero que los vean con dignidad, que se muestre lo luchadores que son”, afirma.


Una de las anécdotas que cuenta el artista tiene que ver con un salón de pintura en el que participó y no obtuvo ninguna mención, a la exposición asistió el Presidente de la República y la primera dama de ese tiempo.


Pero a la primera dama le gustó el cuadro de Suárez e insistió en que se lo vendiera, hasta el Gobernador de aquel tiempo trató de convencerle, pero Suárez les dijo que su cuadro no alcanzó ningún premio y que sería mejor que adquieran uno de los cuadros ganadores. (AVI)