Un gran porcentaje de niños, niñas y adolescentes no pudo acceder a educación por falta de servicios como señal celular, televisión, radio e internet tras la pandemia. Te contamos parte de los obstáculos que tuvo que enfrentar la educación en la frontera norte. (Este reportaje se realizó en el momento donde la pandemia alcanzaba su primer pico en Ecuador)
Por: Esteban Cárdenas Verdesoto
La Unidad Educativa Misael Matacuaz es la única opción a la que pueden acceder niños de nacionalidad awá que entrarán a un sistema de escolarización en La Unión, San Lorenzo, al norte de Esmeraldas. Allí, y en gran parte de la zona que limita con Colombia, la crisis ha llenado de incertidumbre a padres de familia y docentes sobre cómo iniciar el año lectivo tras la pandemia.
Juan Herrera enseña en esta unidad educativa y esto de por sí ya es un reto. Para dar una entrevista debe buscar zonas donde la señal celular sea más clara. Unas veces en algunas planicies y otras “cogiendo altura”. Esta vez, con teléfono en mano, sube a un árbol para alcanzar señal.
Relato desde el árbol
“Esta institución cuenta con 42 estudiantes y solo dos docentes”, explica, mientras el trinar de un pájaro interviene en la conversación.
Antes de la emergencia sanitaria, las dificultades ya eran claras en la institución donde es maestro. Herrera cuenta que han pedido arduamente, «durante años», que se implementen servicios básicos e Internet para que los niños se eduquen en un ambiente adecuado.
“Ni siquiera tenemos agua potable. Tenemos que salir a coger del estero o recolectar agua de lluvia para que los niños puedan tener acceso”, explica.
La crisis sanitaria ha aumentado las preocupaciones sobre cómo reactivar la educación en la zona. Según anunció el expresidente Lenín Moreno y Monserrat Creamer, exministra de Educación, las actividades educativas se retomaron en el régimen costa. Docentes como Herrera, sin embargo, se muestran preocupados.
“El plan de retorno a clases no toma en cuenta la realidad que vivimos en comunidades como la nuestra”, agrega Juan Herrera.
¿Educación virtual?
En planteles educativos del régimen Sierra-Amazonía inciaron procesos de educación en línea y televisiva para garantizar el acceso a clases de miles de estudiantes. Sin embargo, estas modalidades no se apegan a la realidad de otros territorios cercanos a la frontera norte.
En comunidades como la de Herrera, el acceso a red celular está limitado por la búsqueda de planicies o al treparse a un árbol para captar señal. Y ni pensarse de acceso a Internet.
Según el docente, solo 30% o 40% de familias tienen un teléfono celular en casa; y gran parte de estas no cuentan con Internet.
Antonia Hurtado es directora de la Unidad Educativa 26 de agosto, ubicada en San Lorenzo, Esmeraldas. Ella cuenta que, aún en zonas más urbanizadas, las dificultades son apremiantes.
“90% no podría usar educación en línea”
“Hacemos una matriz para identificar estudiantes que podrían acceder a educación en línea. Tenemos un 30% de estudiantes que ni siquiera hemos logrado contactar, ya sea porque son nuevos o, en su mayoría, de parroquias muy lejanas”, explica. “Hay un 20% de estudiantes que tiene acceso normal a televisión, radio y puede informarse. Hay un 40% que sí tiene radio, pero no tienen televisión, ni acceso a Internet”.
30% de estudiantes son los que la escuela ’26 de agosto’ no pudo contactar para coordinar el regreso a clases.
Marta Valencia vive en San Lorenzo y ha emprendido campañas de ayuda humanitaria a comunidades afectadas en medio de la emergencia. Ella explica, según análisis preliminares, que el porcentaje de estudiantes que podrían acceder a educación en línea no sobrepasaría el 20% en el norte de Esmeraldas.
10% de estudiantes de la misma escuela son los que sí tienen acceso a internet.
“Sin ánimo de exagerar, entre el 85% y 90% de estudiantes primarios no podrían acceder a educación virtual. 80% de nuestra población no tiene acceso a internet y la mayor parte de las parroquias son rurales. En Río Verde se tienen cinco parroquias rurales, de las cuales cuatro no tienen acceso a líneas telefónicas ni señal celular.
En San Lorenzo, de las 12 parroquias rurales, 8 no tienen acceso a celular y 9 no tienen acceso a Internet”, explica.
Docentes ‘a domicilio’
Juan Herrera cuenta que su comunidad, a 30 kilómetros de la frontera con Colombia, se ha planteado varias opciones para continuar con las actividades educativas pese a las complicaciones que presentan las condiciones de vida en la zona. Él ha propuesto dividirse a los 42 estudiantes con la otra docente de la institución educativa para poder acudir a las casas de los alumnos para dejar y retirar tareas. Esto solo les permitiría impartir clases cortas y concisas, “pero los estudiantes tendrían acceso a la educación”.
Primero, creará brigadas para localizar a todos los alumnos y así generar diferentes opciones para llegar con las lecciones a la casa de sus estudiantes.
“Se ha planteado la educación vía radial. Otra opción ha sido que los docentes visiten las casas cada 7 o 10 días de los estudiantes para que les dejen tareas y den pequeñas lecciones. También hemos considerado la educación semipresencial, con asistencia quincenal”, dice Hurtado. Su institución educativa cuenta con 1.142 estudiantes registrados.
Caminar o navegar 3 horas a la escuela
Muchos de los niños, niñas y adolescentes que acuden a una institución educativa en zona de frontera tienen que caminar por más de dos horas, en el caso de la escuela Misael Matacuaz, o navegar por el río Cayapas por más de 3 o 4 horas. Esto, según Valencia, complica la movilización de maestros también; “la educación personalizada es inviable”.
“Hay maestros que están en comunidades con pocos estudiantes; pero también hay instituciones con 700 o 1.000 estudiantes. En Santa María de Cayapas una institución fiscomisional, tiene estudiantes de 78 comunidades del río Cayapas. Los niños se transportan en pequeñas lanchas, llamados potros, para llegar a clases. Imagínate visitar casa por casa a estos alumnos”, cuestiona.
Ella manifiesta que esta zona necesita una estrategia especial de reactivación de actividades educativas.
Miedo al hambre y a la ignorancia
“Se pide a padres y madres que ayuden a sus hijos a estudiar, cuando muchos no accedieron a la educación. Un 90% de la población de Esmeraldas norte no es escolarizada”, añade.
Para Nover Branda, que vive en Palma Real, una localidad con 2 mil habitantes y menos de 30 computadoras, la educación es una de las mayores preocupaciones, “después del miedo al hambre”. Y es que “la educación siempre se ha visto como un fracaso en el territorio”. Y se pregunta, “¿cómo cubrir la demanda educativa sin herramientas?”
Mientras tanto los pequeños aún continúan en casa. Herrera destaca que este tiempo ha servido para que los niños puedan relacionarse más con actividades como la pesca, caza y otros ámbitos de la cotidianidad económica de la zona.
Las clases inician
Monserrat Creamer, ministra de Educación, manifestó que el plan de inicio del año lectivo en la frontera norte incluye diferentes estrategias. Entre estas, el diversificar las plataformas en línea, televisión y con la entrega personalizada de guías y textos para estudiantes sin acceso a redes.
Además, en temas de conectividad, detalló que el Ministerio ha estado trabajando con el Ministerio de Telecomunicaciones (Mintel), Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) y organismos internacionales para ampliar el acceso a conectividad en comunidades alejadas.
“Para la educación será de gran importancia herramientas, incluso, como whatsapp, para quienes lo tengan; pues no requiere de gran ancho de banda y podemos enviar guias de estudio por esta via”, detalló. “Estamos analizando la distribución de guías en las comunidades”.
Con respecto a servicios básicos y el mejoramiento de las zonas educativas, la ministra destacó que se encuentran gestionando el abastecimiento de estos servicios con gobiernos locales.