Relatos de migrantes

Bertude Dessain es venezolana y trabaja como vendedora en un local de confitería.
Bertude Dessain es venezolana y trabaja como vendedora en un local de confitería.
Luis Fernando Carrera, es de Venezuela y lleva 5 meses viviendo en Quevedo con su pareja y suegros.
Luis Fernando Carrera, es de Venezuela y lleva 5 meses viviendo en Quevedo con su pareja y suegros.
Gabriel Ortiz, es colombiano y se dedica a la venta de zapatos en la bahía.
Gabriel Ortiz, es colombiano y se dedica a la venta de zapatos en la bahía.
Kevin Álava, es colombiano y vende arepas de choclo en su carrito todos los días.
Kevin Álava, es colombiano y vende arepas de choclo en su carrito todos los días.

En Los Ríos existen aproximadamente 1.500 migrantes, de los cuales alrededor de 500 se encuentran asentados en el cantón Quevedo. Estas son las cifras que maneja la Jefatura Provincial de Migración.

La mayoría ha llegado desde Venezuela y Colombia; y aunque su destino final muchas veces es Perú, se han quedado a medio camino teniendo que hacer ‘patria’ en provincias como Santo Domingo y Los Ríos.

Hoy, en marco a la conmemoración del Día Internacional de Migrante, cuatro de ellos nos relatan sus vivencias desde que decidieron salir de su país de nacimiento, con el propósito de buscar mejores oportunidades de vida para su familia.


Una de ellas es Bertude Dessain, venezolana de 32 años, terapeuta y modelo de profesión. Actualmente trabaja en una confitería de la localidad.

“Salí del país con unos amigos hace un año debido a la situación que todos sabemos que está pasando Venezuela (problemas económicos). Tomé aquella decisión porque quería ayudar a mi familia. La primera ciudad a la llegué fue Quito, en ese tiempo trabajé en el negocio de unas personas asiáticas, me fue relativamente bien”, dijo.

Agregó que después de seis meses se mudó a Quevedo por la recomendación de unos amigos y comenzó a buscar empleo.

“Mis amigos me comentaron que la Costa es mucho más barato y decidí mudarme a esta ciudad. Cuándo llegué busqué empleo y honestamente me ha ido mucho mejor, llevó seis meses viviendo aquí (Quevedo), y alquilo sola una habitación”.

También dijo que a pesar de que extraña a su familia, las personas de su alrededor se han convertido como en una.

“Realmente migrar es para valientes, este país me ha tratado muy bien, siempre estaré agradecida. Las personas que me conocen suelen preguntar acerca de mi familia de sangre que está muy lejos. Les digo que estoy por ellos”, expresó.


Otro de ellos es Luis Fernando Carrera, también de Venezuela, tiene 31 años y es graduado en administración de empresas. Actualmente ejecuta la labor de comerciante informal y a veces imparte clases en una institución para ayudar a unos amigos.

“Por la difícil situación que vive mi país me tocó salir con mi pareja y mis suegros. Los problemas se multiplicaron rápidamente en todos los ámbitos. Hubo un tiempo que se me hacía difícil mantenerme, los costos de los productos esenciales eran muy caros y no podíamos sobrevivir, más aún teniendo pequeños en la casa”.

También manifestó que su decisión de arriesgase a migrar no le ha ido tan mal como esperaba.

“Llevamos cinco meses aquí (Quevedo), y nos ha ido muy bien. Mi visión era conseguir empleo lo antes posible y poder ayudar así sea con un granito de arena. Ahora trabajo en diferentes lugares, gracias a Dios unos amigos me recomiendan para dar clases en una institución de vez en cuando, doy inglés o temas relacionados con el examen ‘Ser bachiller”.

Luis agregó que algunas veces ha tenido problemas por se migrante, y por eso anhela regresar. “Honestamente no se cuánto tiempo me quede aquí, la gran mayoría de los venezolanos estamos de paso, anhelo regresar mientras se solventa la situación de nuestro país. A veces sentimos que molestamos, pero no es por molestar, venimos con la intención de dar lo mejor de nosotros mismos y ayudar a nuestra familia”.


Gabriel Ortiz, es colombiano y lleva 12 años viviendo en Ecuador, tienen 58 años de edad y dedica a la venta de zapatos.

“Tuve que salir de mi país por problemas económicos que tenía en mis negocios y que se volvieron amenazas de muerte, así que pasé como refugiado por un tiempo”.

Gabriel dijo que antes de residir en Quevedo, vivía en Manta trabajando en un restaurante.

“Tenía mi negocio de restaurante de comida colombiana en Manta, pero tuve algunos problemas personales y lo dejé. Luego de 2 años decidí mudarme a Quevedo y empecé a trabajar así mismo en un local de comida, este 8 de enero cumplo 13 años viviendo aquí”.

Actualmente Ortiz trabaja vendiendo mercancías o zapatos en la bahía de Quevedo. “Estoy pensando en regresar y ver a mis hijos, pero no tengo lo suficiente. Toda mi familia esta en Medellín (Colombia)”.


Kevin Álava también es colombiano y trabaja vendiendo arepas de choclo en su carrito. “Vine por la necesidad de Colombia. Donde yo vivía había mucha delincuencia, las pandillas se multiplicaron y estuve pasando algunos problemas con mi mamá”.

Contó que después de un tiempo de vivir en Quevedo alquilaron un carrito de comida y les ha ido muy bien. “Vivo con mi mamá en un apartamento, estamos dedicados a la venta de arepas de choclo con queso, vendo aproximadamente 350 al día, tenemos un buen negocio”.

También reveló que ha tenido varios problemas con las autoridades municipales por ser comerciante informal.

“He tenido líos porque a veces me quieren incautar el carrito y nos desplazamos a un lugar más tranquilo. Quisiera quedarme un tiempo más hasta que estemos estables y luego irme a Colombia, mi familia se quedó allá”, enfatizó.

A lo largo de la historia de la humanidad, la migración ha sido una expresión valiente de la determinación individual de superar la adversidad y buscar una vida mejor.

Las Naciones Unidas están jugando de forma activa un rol catalizador en este tema, para crear más diálogos e interacciones entre países y regiones, así como para impulsar el intercambio de experiencias y oportunidades de colaboración. (EHL)