Quito
Los fieles acudieron hoy a la ceremonia de la Reseña en la Catedral de Quito, en la que el Arzobispo de la capital ecuatoriana y los canónigos desfilaron con un estandarte negro, antes de la bendición con una reliquia de la Vera Cruz.
En un días gris, fresco y lluvioso, el arzobispo Antonio Vela, vestido con una amplia túnica morada con una larga cola, con capucha y bonete del mismo color, recorrió la catedral con el Lábaro o bandera del Rey Eterno Jesucristo, negra con una gran cruz roja.
Los canónigos que acompañaron al arzobispo estaban ataviados de negro de pies a cabeza.
En medio de marchas fúnebres y en un ambiente de oscuridad levemente iluminado por los cirios portados por muchos fieles, entre ellos numerosos jóvenes y visitantes de la ciudad, la procesión llegó hasta el coro bajo de la Catedral, donde el Arzobispo ondeó el Lábaro sobre el altar y los canónigos.
Esta ceremonia, llegada a Quito en la época colonial desde las catedrales de Sevilla (España) y Lima, se inspira en los funerales de un general romano y representa para los fieles católicos el desfile triunfal de Cristo, muerto y resucitado para la salvación de la humanidad.
En las ceremonias romanas, según la tradición, el nuevo jefe de la tropa batía el estandarte sobre el féretro del difunto y después sobre los soldados, para trasmitirles el espíritu y el valor del fallecido.
El altar de la Catedral Metropolitana de Quito, Primada de Ecuador, representa en esta ocasión a Jesús y los canónigos, postrados, a la humanidad, ennegrecida por el pecado, pero que va a ser salvada por la Cruz y la Resurrección de Cristo.
El himno triunfal «Vexilla Regis» o «La bandera del Rey», entonado por el coro catedralicio, acompañó al ondear del Lábaro, que precedió al rezo de vísperas, dirigido por el arzobispo y seguido por los canónigos y fieles.
El acto concluyó con la bendición impartida a los fieles por el arzobispo con el Lignun Crucis, o reliquia de la Vera Cruz, que se conserva en la Catedral quiteña.
EFE